Mientras el gobierno de Danilo Medina insiste en presentarse como “ético, honesto, decente y transparente”, la mayoría de los dominicanos lo consideran como un gobierno cínico e hipócrita que desconoce la existencia de normas morales y tiene un discurso a favor de virtudes que nunca práctica. El derrumbe de su popularidad habla en este sentido.

La juramentación colectiva de las Comisiones de Ética Pública (CEP) con más de 200 organismos gubernamentales y cerca 2,200 servidores públicos en el Pabellón de Voleibol del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, a finales del pasado mes de agosto, avalada con la presencia del presidente Medina, es parte de esta sinfonía de mentiras éticas.

Durante el acto el profesor Lidio Cadet pretendió hablar en serio en medio de una “obra satírica” cuando “invitó a los servidores públicos a contribuir en la configuración de una administración pública que sea motivo de orgullo para todos los dominicanos, tras destacar que esto se logra actuando con transparencia en favor del bien común y del país”. ¡Catequesis errática para incautos!

El mismo profesor Cadet, con disparatada emoción, ha calificado la conformación de estas comisiones de vigilancia y control “como un acto revolucionario en materia de ética, integridad y transparencia institucional dentro del Estado dominicano para garantizar la conducta ética en todas las instancias gubernamentales, con el objetivo de transparentar la administración pública y la lucha contra la corrupción”.

Refiriéndose a la misma iniciativa también el ministro Montalvo emitió en nota de prensa sus piropos: “Cada día avanza más el esfuerzo de este gobierno para lograr que la transparencia y la ética reinen en cada una de las instituciones públicas dominicanas”. Ministro, no avanza. Retrocede.

El “montaje” del Palacio de Voleibol nos recuerda el “Ministerio de la Verdad”, una institución ficticia ideada por George Orwell para su novela 1984, y cuya principal función era la “reescritura” de la verdad y el falseamiento de la misma para mostrar una versión de los acontecimientos aprobada por el gobierno.

Y nos recuerda también la frase latina del poeta romano Juvenal: “Quis custodiet ipsos custodes?”, traducida como « ¿Quién vigilará a los propios vigilantes?». En qué cabeza cabe imaginar el que estas “comisiones” compuestas por servidores de niveles inferiores serán capaces de denunciar “situaciones carentes de transparencia” cometidas y apadrinadas por sus superiores. 

Pero no es la primera vez que el presidente Medina apuesta a un discurso ético vacío. Ya una vez presentó con bombos y platillos el “Código de Pautas Éticas”, en el marco de un Consejo de Gobierno al inicio de su primera gestión de gobierno en el 2012. 

Aquel sepultado “Código de Pautas Éticas” enarbolado con vehemencia puritana contenía unos 18 “deberes-compromisos-mandatos-mandamientos morales”, desoídos e incumplidos por los mismos autores, testigos y firmantes. Muestras de esta burla son los grandes escándalos de corrupción que desde entonces hasta hoy están a la vista de todos. Y nada pasa.

En la lista de responsabilidades y compromisos éticos del código neonato, figuraban, entre otras, el “honrar con sus actuaciones y comportamiento el cargo para cual fue designado”; “administrar los bienes del Estado que le han sido confiados con honestidad, equidad, eficacia y transparencia”; “fomentar en el trabajo la integridad ética y moral”; “presentar la Declaración Jurada de Bienes, a más tardar a los 30 días de asumir el cargo”.

Mandaban también el “velar personalmente por los procesos de compras y de contrataciones públicas”; “denunciar ante autoridad competente situaciones carentes de transparencia”; “negarse a utilizar todo tráfico de influencia y a realiza cualquier otra actividad que afecte la imparcialidad de las prácticas o comprometan la moralidad gubernamental”.

¡Cuánta santidad gubernamental! Cuántas “mentiras éticas”, que no sólo evidencian la torpeza moral de este gobierno, sino que le pone una máscara que le impide ver la línea divisoria entre el bien y el mal; entre la honestidad y la vileza.