El mensaje de la Conferencia del Episcopado Dominicano a la sociedad dominicana con motivo de la conmemoración de los 175 años de la Independencia Nacional aborda un tema-problema de extraordinaria importancia para todas las personas y las instituciones. El tema eje es el comportamiento ético y la necesidad de darle un vuelco al estado de situación por el que atraviesa este valor tan noble y tan escaso en el contexto nacional. El tema ético ha sido abordado por múltiples personas y organizaciones preocupadas por las consecuencias del deterioro ético y, sobre todo, por la celeridad con que, salvo raras excepciones, este valor se convierte en una especie en extinción. Cuando una sociedad llega a este punto se puede decir que está en la puerta de la muerte, de una muerte que indigna. Esta indignación emerge con fuerza al observar que un pueblo humilde y sano, como es el dominicano, constata la debilidad de la sociedad para introducir cambios radicales en el estado de situación actual, por la degradación de políticos, de gobernantes, de funcionarios y de empresarios.
La Conferencia del Episcopado Dominicano le recuerda a todos los ciudadanos que la responsabilidad de transformar el déficit de comportamiento ético es de todos.Como afirma Pedro Poveda, todos hemos de cooperar, aquí nadie es comparsa. Sí, nadie puede eludir este compromiso aunque se esté consciente de que no todos los ciudadanos tienen la misma responsabilidad ante el problema. En este sentido, es importante que la Conferencia del Episcopado Dominicano, sin dejar de interpelar al conjunto de los ciudadanos, demande de forma más explícita a los gobernantes y a los partidos políticos. Urge frenar el desorden existente en materia de justicia, de derechos humanos, de hurto de bienes públicos; y de corrupción sostenida y alimentada por actores y sectores vinculados al poder económico y al poder político. La interpelación es un proceso que invita a pensar, a examinar la práctica personal y colectiva para devolverle a la sociedad un comportamiento regulado por el caudal de valores que ha de forjarse en el entorno familiar, en los espacios educativos y en la vida cotidiana. Pero el problema se agrava más por el deterioro de las familias; también a causa del mercado político imperante y por una vida cotidiana difícil e insegura.
La reflexión-exhortación de la Conferencia del Episcopado Dominicano no solo interpela, sino que desafía a cada ciudadano, a cada institución, para que piense y actúe en favor de la nación, en favor de un modo de actuación dinamizado y regulado por valores que posibiliten el desarrollo de las personas y de la sociedad. Los desafíos requieren amplitud de miras, y libertad de pensamiento y de acción para construir una conciencia colectiva que genere una actitud y una actuación éticas en cualquier circunstancia. Las instituciones educativas, tanto del ámbito preuniversitario como de educación superior, han de asumir estos desafíos con intencionalidad clara y con políticas institucionales definidas. La educación implica una serie de valores éticos que han de ser explorados y redescubiertos por estudiantes, profesores y gestores de las instituciones educativas. El presente y el futuro dominicano dependen, en un alto porcentaje, del valor que la sociedad le otorgue a la recuperación de la ética como principio activo de la actuación personal, institucional y social. Ya es necesario pasar del deseo ético a la construcción de la realidad ética; es requerido,también, pasar de la conciencia ética a la actuación ética, aunque cueste el mayor sacrificio. El mensaje de la Conferencia del Episcopado Dominicano es una aportación significativa a la mejora de la calidad e integridad de la sociedad dominicana.