Mire usted, caballero, que su espada luce de –lo-más-que-se-yo en el museo, y el kepis floreado de dorado hizo moda algún tiempo, y a alguien le dio por blanquear la piel de sus retratos, y otro olvidó ponerle luz a su estatua solitaria, y hay quienes procuran atenuar el color de su antiimperialismo y lo definen simplemente como un socialdemócrata adelantado, y algunos hasta lo señalan como un hábil general adinerado… (Pero aguante su rabia y sepa que, pese a la degradación que padecemos, aquí sigue presente un pueblo que el día menos pensado ha sabido sacudirse y honrar su ejemplo).