La población dominicana está harta. Todo el mundo sabe lo que está pasando en este país. Frente a ese estado de cosas, hay una especie de clamor a la desesperanza:

¡Dónde hemos llegado!

¡Este país se jodió!

¡aquí no hay nada que hacer!

Y así por el estilo.

Los dirigentes de la oposición prestarían un valioso servicio al país y a si mismos si, junto a la denuncia de todo lo denunciable y execrable emplearan una parte del tiempo y del discurso en mostrarle a la gente lo que están haciendo.  Para derrotar la formidable maquinaria política del PLD e inutilizar el efecto de sus prácticas corruptas y corruptoras la oposición puede y debe decirle al país lo que está haciendo, donde lo están haciendo y con quienes lo están haciendo.

No basta con que digan: “Eduardo es un hombre bueno” explicaba al público en un acto en La Vega. Es necesario que lo formulen de otra manera: “Ese es el hombre”.

Pero es igualmente válido para cualquier opción opositora. No basta con que la gente diga: “Fidel en el Frente Amplio tiene gente seria”.  No es suficiente con que repitan lo mismo de Guillermo Moreno, ni tampoco que lo hagan de Max Puig o de Autoconvocados, o Ciudadanos por la Democracia. Para que esto cambie, esa misma gente tiene que percibir a cada una de las opciones opositoras como una posibilidad de poder. Para que esta percepción pueda prosperar, la gente necesita saber lo que están haciendo y convencerse de que el camino emprendido tiene futuro.

Todas las posibilidades están abiertas. Lo que, ahora convoca no es la denuncia, sino la propuesta. No es que vamos a abandonar la denuncia. Es solamente entender que el PLD no se amilana ante las denuncias y que se proponen hacer todo aquello que la oposición no logre impedirles.

La denuncia es buena y pertinente, pero ya, a estas alturas debe ir acompañada de propuestas, de cartas de ruta. No se trata tanto de propuestas al gobierno sobre lo que debería hacer, sino de propuestas de cómo pueden ser derrotados.

“Si esperas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” aleccionaba Albert Einstein.  Toda la oposición podría y debería reflexionar sobre esto y una manera –entre varias otras- de hacerlo es mandando un mensaje a García.

El Presidente de los Estados Unidos William McKinley necesitaba enviar un mensaje urgente al  General Calixto García, jefe de la insurrección cubana contra España en ese momento quien se encontraba ilocalizable. Nadie sabía como ni con quien enviarle el mensaje hasta que apareció un tal Rowan, quien en efecto, tomó la encomienda y llevó el mensaje a su destino.

Lo notable del caso y la razón por la que el hecho ha pasado a la historia es porque Rowan nunca dijo que no se podía, nunca preguntó donde estaba Calixto García, nunca dudó ni titubeó. Asumió la tarea, buscó los medios, puso todo su empeño y cumplió la misión.

Cambiar el derrotismo por la esperanza, la denuncia por la propuesta y la derrota temida por la victoria posible es una tarea que no admite retraso. Ese es nuestro mensaje a García. ¿dónde está Rowan? No lo sabemos, pero todos conocemos y reconocemos en el pueblo dominicano a Calixto García.