Los párrafos siguientes son una reflexión, no una cátedra. El ejercicio lo desata una pregunta que, sobre mi artículo anterior me hizo un lector inteligente. Se llama José y es un intelectual. En el artículo: “MENSAJE A GARCIA” refiriéndome a las diversas opciones opositoras comentaba:”Para que esto cambie, esa misma gente ( se refiere a la ciudadanía) tiene que percibir a cada una de las opciones opositoras (Eduardo, Guillermo, Fidel, Max etc.) como una posibilidad de poder. Para que esta percepción pueda prosperar, la gente necesita saber lo que están haciendo y convencerse de que el camino emprendido por ellos tiene futuro”.

El artículo citado confrontaba la denuncia del dirigente político con el apetito de la gente por enterarse, cómo, de que manera, el denunciante espera derrotar políticamente a su adversario y,además, qué está haciendo para lograrlo.

José, al escribirme, se preguntaba si el enfoque del artículo no debería abordar el tema de la unidad o alianza de todas las fuerzas opositoras: Sus palabras fueron:”Melvin ¿crees que es viable una derrota del Leonismo/PLD sin que se unan los actores que mencionas–Fidel, Moreno, Estrella, Puig, etc., en una "alianza patriótica" intencionada a ganar y entonces a someter (aunque esto último no puede ser tema de campaña)? José”

Mi respuesta a su legítima preocupación fue la siguiente:”José:

La derrota del PLD depende de que aprendamos de los errores propios que han sido, en primer lugar los que han permitido a esa gente llegar y permanecer donde están. La meta no debería ser la alianza sino la victoria. La alianza es solamente una etapa, un medio hacia un fin y ni siquiera es un medio absoluto, sino solamente conveniente. Me duele percatarme de lo difícil que me ha sido explicarle eso a los mismos actores mencionados y nadie puede ser mas unitario que yo quien vivió todas las divisiones desastrosas de la izquierda.”.

Terminado el intercambio epistolar me quedé reflexionando..José, de alguna manera, había tocado una cuerda que merecía no solo el mas refinado ajuste, sino la más aguda observación.

En efecto.

Mientras más lo pienso más lógico me parece. La unidad, coalición o alianza de fuerzas opositoras al gobierno y partido peledeista no debería ser un fin sino un medio, un paso en el camino hacia un fin que es, naturalmente, desalojarlos del poder para emprender la reconstrucción del país.

Pero justamente ahí está el problema. La gente, el ciudadano de a pie, como dicen, se da cuenta de que, fuertes, ricos e inescrupulosos, los peledeistas están solos en la cancha, desgobiernan sin oposición y a pesar de todo lo malo que hacen, se salen con la suya. La gente siente que la oposición no tiene un discurso efectivo, una lógica convincente, una estrategia clara  y un accionar inteligente que les de en la madre, como dice Fidel.

De lo anterior colijo que hay algo que no estamos haciendo bien. Si ante tanto descontento y malestar la oposición no levanta velas en proporción a ese nivel de descontento es porque en alguna parte el circuito está interrumpido.¿O no es así?  En la campaña del 2012, observaba que el descontento crecía sin cesar pero ni Hipólito ni los demás candidatos opositores lograban capitalizar ese descontento convirtiéndolo en capital político. Ni Hipólito ni los otros remontaban en las encuestas en proporción al aumento del descontento. Ahora, con una que otra variante, acontece lo mismo.Danilo Medina, juega con éxito al papel de víctima de Leonel, se presenta como bien intencionado pero sigue dando garrotazos  al pueblo, permitiendo la misma corrupción  y favoreciendo con la inmunidad judicial a su presunto victimario, a los sospechosos y sindicados de corrupción.Mientras  tanto, la anarquía y el desorden, como la basura y el ruido, inundan cada esquina de esta patria maltrecha.

Hay quienes tratamos de explicar la dominicana como una sociedad líquida, banalizada, erotizada, envilecida. No digo que carezca de mérito la explicación, pero creo que falta algo. Parece que no buscamos a fondo, no hurgamos en nuestro accionar.  Seguimos creyendo que el adversario es listo, perverso  y que tiene la culpa del estado en que está sumida la patria, pero todavía rehusamos reconocer que hemos sido ineptos e incompetentes. Y sigo creyendo que ahí está la clave de todo porque, ¿cómo, cuándo y por qué vamos a cambiar si no entendemos ni aceptamos lo que hemos hecho mal?

Cito a Einstein: SI ESPERAS RESULTADOS DISTINTOS, NO HAGAS SIEMPRE LO MISMO. Pero, básicamente, seguimos haciendo lo mismo porque seguimos pensando igual. El adversario estaría encantado de que forjáramos una alianza para seguir haciendo lo mismo. Deberíamos, en cambio, hacer cosas distintas, demostrar y convencer a la gente y a seguidas, forjar una alianza sustentada en ese nuevo quehacer. En Nueva York decía y quiero repetirlo ahora: La leyenda del pequeño David derrotando al gigante Goliat significa para los dominicanos arrojo y valentía de David. Pero hay otra lectura que no hacemos: la astucia de David, la consciencia que tenía de su situación y la de su adversario, la asimetría de medios y recursos. David no combatió con arco y flechas, ni espada ni lanza ni armadura como estaba equipado Goliat. David no se quejó de la falta de dinero para  la campaña ni de las ventajas de su adversario. Combatió y ganó usando sabiamente lo que tenía. Así pues, son dos lecturas, pero nosotros, creo, solamente hacemos  una.

Entonces. . . .

¿Podemos forjar una alianza sin entender o aceptar lo que hemos hecho mal?

¿Podemos forjar una alianza si no tenemos clara la diferencia entre medios y fines?

El miedo a la dictadura peledeista, el asco de tanta gente ante sus desmanes, la aspiración legítima por algo mejor impulsan la idea de una coalición. El fantasma de la desunión y su aterrador costo nos persiguen y entonces acudimos a la alianza como la única opción salvadora. No digo que no lo sea sino que hay requisitos no satisfechos. ¿ Que pasaría si esa alianza no cuajara o peor aun, si se quebrara después de haberse armado como también ha acontecido antes?

De lo único que estoy completamente seguro es de que no hemos ido lo suficientemente lejos en el estudio crítico de nuestros propios errores ni hemos convencido a toda la gente que necesitamos convencer  de que si podemos.