¿Cómo se le habrá ocurrido a Roberto Fulcar, ministro de Educación (si es que es suya tal ocurrencia), disponer la lectura obligatoria de la Biblia en todas las escuelas públicas? ¿Cómo es posible que haya pasado por alto (si es el responsable de este absurdo) que la Edad Media, con la educación escolar confesional, llegó a su término en 1779, con la Revolución Francesa, que dio inicio a la Edad Contemporánea? ¿Cómo es que olvida (si es suyo el olvido) el principio de la libertad de conciencia y de creencia, fundamento consustancial a la sociedad democrática?… (¡Se ve cada cosa en este país de un paso hacia adelante y dos para atrás!).