Hasta la fecha, no hay base científica para la medicación con ivermectina contra la COVID-19, afirma MERCK & Co. (MSD), la centenaria multinacional farmacéutica que desarrolló y comercializa este medicamento para consumo humano desde hace cuarenta años bajo la marca registrada STROMECTOL.
En el comunicado de fecha 4 de febrero publicado en su portal, la compañía asegura que sus científicos siguen examinando los hallazgos de todos los ensayos disponibles y emergentes de la ivermectina para el tratamiento de la COVID-19. El comunicado explica que hasta la fecha no hay evidencia “preclínica” de los efectos de esta droga en el tratamiento de la COVID-19, y que tampoco hay “evidencia significativa de actividad o eficacia clínicas en pacientes con la enfermedad COVID-19”.
Señala que existe una preocupante falta de datos sobre la seguridad en la mayoría de los ensayos clínicos publicados. Antes de reproducir íntegramente las indicaciones aprobadas por los reguladores del uso de la ivermectina como antiparasitario en el comunicado, reafirma: “No creemos que los datos disponibles respalden la seguridad y eficacia de la ivermectina más allá de las dosis y poblaciones indicadas en la información de prescripción aprobada por la agencia reguladora”.
Según CNN Español, las autoridades sanitarias de Venezuela, México, Honduras, Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Perú y Bolivia recomiendan usar la ivermectina para pacientes COVID-19 en sus protocolos de tratamiento para alguna etapa de la enfermedad, incluso en algunas guías para la prevención. Además, en varios países las autoridades sanitarias incluyen la ivermectina en kits que se distribuyen masivamente a la población adulta para prevenir o curar la COVID-19, con o sin previa evaluación médica.
En otras naciones la práctica se diferencia por demarcaciones, utilizando o no el antiparasitario como profiláctico o cura de acuerdo con el criterio del gobernante provincial o municipal, como en Ecuador, donde la alcaldesa distribuye la ivermectina en una masiva campaña de “prevención”. Muchas veces la decisión en torno al uso de los medicamentos se rige más por la pasión política que por el criterio científico.
En varios países de América Latina, donde hay un intenso debate sobre la eficacia de la ivermectina para prevenir o curar la COVID-19, como reseña CNN Español en un amplio reportaje, la declaración de MERCK ha sido ampliamente difundida y comentada por los principales medios con diferentes titulares, como:
Laboratorio que elabora la ivermectina advirtió que no hay evidencia de que el medicamento sirva para tratar el covid
Insisten en falta de evidencia sobre eficacia de ivermectina contra el Covid-19
Fabricante da ivermectina diz que não há dados que apontem eficácia contra a Covid-19
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No hay evidencia de que la ivermectina tenga efecto contra la COVID-9, señala Merck Global
En Perú, nación que trágicamente disputa con México la más alta tasa de mortalidad de América Latina, el tema de la ivermectina suscita fuertes pasiones desde hace meses. En lo que por ahora están de acuerdo la mayoría de los médicos e investigadores peruanos es que la ivermectina no previene la COVID-19 y no debería usarse como profiláctico. Un dato brindado al periódico La República por el doctor Edward Mezones, del Hospital de Sullana, señala que el 65% de pacientes fallecidos por el virus habían consumido la ivermectina antes de ser hospitalizados. Aunque no tenemos estadísticas comprensivas, hay bastante evidencia dispersa para deducir que la ivermectina no previene el contagio, ni siquiera la hospitalización, al menos no en la dosis recetada o auto recetada en muchos casos. En base a ensayos clínicos realizados durante la primera ola de COVID-19, en Perú se ha descartado su uso en pacientes hospitalizados con síntomas severos y críticos.
La eficacia de la ivermectina, suministrada como tratamiento precoz a pocos días de iniciar los síntomas, sigue sin suficiente evidencia científica a favor o en contra para tomar una decisión sobre su inclusión en los protocolos de tratamiento, y eso reflejan los cambios en varias guías de autoridades nacionales, así como en un reciente anuncio de la OMS sobre su intención de emitir una recomendación próximamente sobre la eficacidad de la ivermectina para tratar la COVID-19. No se descarta, por el momento, pero tampoco se recomienda, su utilización para curar precozmente la COVID-19 hasta tener suficiente información adicional de ensayos clínicos de calidad, que se espera sean publicados en las próximas semanas.
Desde Argentina, el periódico Clarín comenta sobre el uso de la ivermectina en varias provincias, reportando que: “En Corrientes, voceros del Ministerio de Salud Pública dijeron que se utilizó en forma preventiva y también en personas contagiadas, pero unos meses después se discontinuó el suministro ante la falta de evidencia de su efectividad.” En varias provincias argentinas siguen con esperanza usando el fármaco para diferentes etapas de la enfermedad o su prevención y en diferentes dosis, aunque la autoridad nacional, ANMAT, no ha aprobado el uso de la ivermectina para tratar la COVID-19.
En cambio, en la República Dominicana el extendido consumo de la ivermectina es por la iniciativa propia de médicos independientes y la costumbre de los dominicanos de automedicarnos, con el beneplácito silente de las autoridades sanitarias. Entre nosotros, el comunicado de Merck sobre la no comprobada eficacia de la ivermectina para curar la COVID-19 ha pasado inadvertido, sin ser comentado y mucho menos debatido.
Próximamente, cuando la OMS haga su recomendación sobre el papel que debería jugar la ivermectina en el tratamiento de la COVID-19, veremos si la voz de ese organismo coordinador de las políticas públicas de salud a nivel mundial surte algún efecto en los decisores de las naciones latinoamericanas. Por la experiencia hasta la fecha, sabemos que nosotros demoraremos en reajustar la práctica si resulta que se desaconseja la cura de la COVID-19 con ivermectina, pues meses después de conocer la recomendación de suspender las pruebas PCR para dar el alta a los pacientes, seguimos malgastando diariamente miles de pruebas en esta primitiva práctica, suspendida en Europa y EE. UU. hace muchos meses, basándose en la ciencia.