“¡Ah! El día que lograran arrancar del corazón del pueblo dominicano el Himno Nacional de José Reyes, ¡podrá decirse que le habrán arrebatado un jirón del honor nacional!” (Ver Max Henríquez Ureña: José Reyes, autor del Himno Nacional Dominicano. Carta pública a Emilio Prud’Homme, en Letras de América 1, Op. cit. p. 218).
Las pasiones y vivencias que ha despertado el Himno Nacional Dominicano en el país, nacieron desde que Emilio Prud’Homme escribió la letra del mismo y José Reyes su gloriosa música. La poética del Himno anima y pronuncia una épica intimada, cantada y pulsada por la misma voz histórica y nacional que envuelve su texto y su música. Dentro del cancionero épico-lírico nacional, el cuerpo verbal evoca contenidos que narran los principales hechos de defensa, dignidad y ritmos políticos nacionales, donde el “nosotros” poético funciona como intensivo “yo” patriótico hecho letra, identidad y cultura nacional.
La conformación estrófica del mismo acentuada en varios tiempos, tonos, timbres e intensidades, crea el universo que narra este poema nacional emblemático nutrido de historia y memoria, ambas motivadas y cohesionadas como espacio de valor y fuerza poética. El Himno Nacional de la República Dominicana es un texto de vertiente trinitaria y fundadora, marcado por lo que es la vida propia de las voces históricas, conformadas por una visión histórica del pueblo dominicano y por lo activo de cada verso del mismo.
La nota 155 que corresponde a esta Carta pública… de Max Henríquez Ureña, aclara el por qué de la misma:
“El Himno Nacional Dominicano, de José Reyes, aceptado por el sentimiento popular y sancionado por resoluciones oficiales, como intérprete del espíritu dominicano, fue objeto de duros e innecesarios ataques por uno que otro crítico improvisado que pretendió sustituirlo con otro himno, antiguo, ya desechado y olvidado. La protesta contra ese propósito fue general y a idéntico sentir responde esta carta”. (Op. cit. p. 213)
La carta fechada en La Habana, el 1º de Noviembre de 1911 (Ver nota 154 de la edición y el volumen citados), da cuenta de la misma discusión que origina la historia del Himno. De ahí que la carta contenga no sólo reproches, sino también un fundamento identitario y crítico basado en el momento crítico de la discusión.
Utilizando un modelo epistolar y ensayístico, Max le escribe a su padrino y profesor Emilio Prud’Homme su parecer sobre las discusiones sobre el Himno Nacional Dominicano:
“Cuando hasta mí llegaron los ecos de la sórdida cruzada que se intentó llevar a cabo por despojar al Himno del Maestro José Reyes del dictado de Himno Oficial de la Nación dominicana, pensé exponer por escrito algunas observaciones y algunos conceptos en contra de semejante propósito. Hoy me parece innecesario hacerlo así, no sólo porque estoy convencido de que la absurda pretensión a que me refiero no ha podido catequizar el espíritu dominicano, sino, además, porque en la elocuente oración pronunciada por usted al inaugurarse el monumento que el Ayuntamiento de Santo Domingo consagró al Maestro Reyes, encuentro claramente fijados los extremos por razón de los cuales ese himno debe prevalecer y prevalecerá por encima de cualquier otro que se consagre al mismo objeto”. (Vid. Ibídem. pp. 213-214, op. cit.)
MHU evoca con “emoción patriótica” los momentos difíciles, pero a la vez surgidos del espíritu nacional a propósito del discurso que pronunciara el Maestro Emilio Prud’Homme sobre el también Maestro José Reyes:
“He leído con patriótica emoción, con íntimo recogimiento, los párrafos del discurso que usted –autor de la letra original del himno- consagra al Maestro Reyes. Al leerlos, he creído oir de nuevo aquella voz de bondad y de civismo que tanto escuché en los años para mí tan felices del Liceo Dominicano, complaciéndome en evocar el acento de usted prestando fuerza a esos párrafos, comunicándoles esa vida peculiar que solo el autor puede transmitir a sus propias inspiraciones”. (Ibídem.).
Agrega MHU con el convencimiento y creencia en la amistad intelectual que:
“Es su palabra la más autorizada, sin duda, para reivindicar los derechos y cantar la gloria de quien, como el Maestro Reyes, no supo nunca de pasiones mezquinas, y con el espíritu puesto en horizonte de gloria y de amor, pasó por la vida soñando, inmaculado y austero, con los días de grandeza que habían de llegar para el patriotismo nacional”. (Ibídem. Loc. cit.)
Además de recordar a Prud’Homme y al mismo maestro Reyes, a propósito de que un himno se llame nacional, Max arroja claves críticas al respecto de las palabras de Emilio Prud’Homme:
“Varias afirmaciones fundamentales encuentro, en el trabajo de usted, que concuerdan con los conceptos que yo deseaba exponer sobre las condiciones esenciales que un himno requiere para poder llamarse Nacional. Ante todo dice usted que “a José Reyes cupo la singular fortuna de legar a sus hermanos en la patria la melodía misteriosa que enciende el fuego del patriotismo y anima el sentimiento de la integridad nacional, lo mismo en la paz que en la guerra; sí, lo mismo en la paz que en la guerra. He ahí el secreto.” (Ibídem.)
Según el autor de Episodios Nacionales y el Panorama histórico de la literatura dominicana:
“No podía pedirse más enérgica concisión para pulverizar el pueril argumento que se ha aducido contra el Himno de Reyes, reclamando el título de Nacional solo para los himnos que fueron escritos en el bélico instante de defender el decoro patrio con las armas en la mano. Y aun se ha afirmado, con la más triste ignorancia de las cosas, que los himnos de todas o casi todas las naciones han tenido ese único origen. Lo contrario anda más cercano de la realidad: solo unos cuantos himnos, consagrados como nacionales, han nacido en momentos de lucha. Así, La Marsellesa, el Himno de Riego, así el Himno de Bayamo. Pero no fue en los campos de batalla donde nació el Himno ruso, aunque ha sido compuesto por un militar que es a la vez compositor operático, el general Lyoff…” (Vid. pp. 214-215)
Conocedor de los himnos de Europa y América, y además como músico y musicólogo, MHU arroja datos en esta carta tendientes a poner luz y aclarar aspectos de la discusión:
“Hay otra afirmación de usted que por lo categórica y brillante, quiero reproducir: “Cualquiera inventa un himno; cualquiera inventa cien himnos; pero el himno nacional sólo lo enciende el que tenga dentro de su cerebro, como las entrañas de la tierra, los invisibles gnomos que crean y purifican las piedras y los metales preciosos, que al beso de luz deslumbran con su brillo y encantan con la magnificencia de sus primores”. (Ibídem.)
El comentario a la cita que MHU entresaca del discurso de Prud’Homme que le dedica al Maestro Reyes, reafirma su certidumbre e intuición como crítico, historiador, poeta y musicólogo:
“Por eso usted mismo declara después, como consagración perfecta de esa afirmación, que “no existe ya un solo dominicano que al cantar o al oír el Himno del Maestro Reyes no sienta en el alma la seguridad absoluta de sus derechos de ciudadano libre y la fuerza capaz de vencer todos los obstáculos del mundo que se opusieran a la libertad y a la independencia de la patria”. (Ibídem)
La exégesis e interpretación histórica practicada por Max en esta Carta pública a Emilio Prud’Homme se centra en el valor y fuerza de verdad e historicidad que contiene su aseveración en cuanto al concepto de “Himno Nacional” que sustenta Max desde el punto de vista patriótico y crítico-histórico. Nuestro erudito intelectual y musicólogo se pregunta y al mismo tiempo se responde lo siguiente:
“Pero ¿Cuáles son los himnos dominicanos que se piensa elevar por encima del Himno de Reyes? No se ha hablado del Himno al Capotillo del compositor Ignacio Marty; obra que denota buena técnica en la composición; más académica y correcta, si se quiere, que la de José Reyes, pero desprovista de esa inspiración pujante, suerte de chispa divina, que ha grabado la composición de este último, como usted bien hace notar, en el corazón de todos los dominicanos”. (Ibídem.)
La misma instrucción de la exégesis e interpretación crítica que hace hablar a MHU, deja hablar también a sus argumentos y puntualizaciones histórico-musicales, literarias y comparativas:
“Se ha hablado en cambio, de una obra de mérito artístico nulo, de concepción muy pobre, incapaz de sufrir parangón con la de Reyes, no solo en lo que toca a inspiración sino que tampoco en lo que se refiere a su técnica. Esa obra es el himno, cuya música escribiera, en la hora de la independencia el valiente y pundonoroso coronel Juan Bautista Alfonseca, dándole vida melódica a las ardientes estrofas del primer poeta de aquella generación, de Felíx María Del Monte”. (Vid. pp. 215-216)
El espacio de discusión y reflexión literaria, musicológica e histórica creado por MHU, continúa su exégesis en torno a las incidencias de elección y contexto del Himno Nacional Dominicano. Los datos ofrecidos en este sentido serán completados más tarde por los estudios monográficos de historiadores como Ramón Lugo Lovatón, Arístides Incháustegui y Miguel Decamps Jiménez.