Nunca me he explicado (desde la vez que me dieron una pela por pintar a la Patria obesa, pintarrajeada y con un vestido de lentejuelas que dejaba ver un muslo) por qué, a pesar de estos políticos, de estas crisis, de tantas tiranías, de tantas ilusiones republicanas natimuertas, uno no renuncia a quererla, a mofarse de todo lo solemne, a tomar con relatividad todo juramento y promesa, a poner en entredicho la honra de los hombres públicos, a ponerle un signo de interrogación a cada verso del Himno… (¿Será porque uno es, en verdad, dominicano de pura cepa, o porque tiene una enorme capacidad para el sadomasoquismo?).