La construcción modular es uno de los  sistemas más avanzados, de construcción industrializada, con el que contamos en la actualidad. Con todo y esto, en muchos aspectos, la arquitectura y más específicamente las técnicas constructivas se han quedado parcialmente ancladas en una manera artesanal de hacer las cosas. La persistencia de algunos oficios dentro del campo de la construcción es una prueba de ello.  Aunque es cierto que la industrialización ha copado varias fases  y elementos compositivos de los edificios, también es cierto que industrias como la del automóvil o la aeronáutica nos sacan gran ventaja en cuanto al aprovechamiento de la producción en serie.

Gran parte de los productos que usamos y consumimos se han producido en serie en una fábrica.  Entonces, ¿por qué los edificios de prefabricación industrializada aún se cuentan como algo más bien anecdótico?

No conocemos todas las respuestas a esta pregunta, pero sí que nos aventuramos a proponer una de ellas: en el imaginario popular la construcción prefabricada es percibida como algo con una vida útil y una función limitadas, insegura y fuera de todo orden estético… Nada más lejos de la realidad.

Hoy por hoy, la prefabricación industrializada no sólo representa durabilidad, seguridad y estética, sino también menor coste económico, rapidez en la fabricación y montaje;  además de posibles altas prestaciones energéticas.

En el marco de la Unión Europea, el sector de la edificación representa el 40% del total del consumo energético. Partiendo de este punto y de la necesidad de reducir este consumo, se han planteado los objetivos 20-20-20, de los que hemos hablado otra veces, incluso la semana pasada, que comprometen a todos los estados europeos para conseguir edificios energéticamente eficientes antes del año 2020.

Dentro de este escenario, la construcción industrializada se presenta como una alternativa favorable para los objetivos 20-20-20, toda vez que al realizar gran parte del proceso constructivo en fábrica se optimiza y reduce la utilización de materias primas y energía. Al mismo tiempo se genera menor cantidad de residuos no reciclables y al momento de la puesta en obra, solo se llevan a cabo labores de montaje y ensamblaje, minimizando la posible contaminación que genera una construcción convencional.

Cuando utilizamos el término modular dentro del contexto de la construcción prefabricada, hablamos de un sistema alternativo dentro del mismo campo, que ofrece mayores ventajas a la hora de plantear soluciones a un coste razonable, confortable y energéticamente eficiente. Este sistema de construcción consiste en módulos tridimensionales que ya salen listos de fábrica para su montaje y utilización.

Existen varias firmas alrededor del mundo que comercializan este tipo de edificaciones, muchas de ellas incluso con el respaldo de arquitectos de referencia en el sector.

Estos módulos (diseñados y pensados para cada zona según sus condicionantes sociales, medioambientales y climáticas), traen ya de serie los equipamientos y las instalaciones que permiten su conexión inmediata a la red pública para el uso de sus habitantes. Cabe aclarar que si no se diseña el módulo para una zona en concreto se incurre en el error de importar arquitectura con respuestas distintas a las exigen las condicionantes del lugar de emplazamiento…. Esto sería lo contrario de lo que propone la arquitectura bioclimática como buena práctica.

Los módulos que son transportados hasta su lugar de emplazamiento en vehículos pesados y muchas veces montados por grúas, pueden servir para dar soluciones colectivas de uso y/o alojamiento, según sea para un edificio en altura o para una urbanización horizontal.

El aspecto de estos módulos – si ha sido un propósito inicial de diseño- no evidencia ninguna diferencia con el aspecto de una edificación convencional, siendo en muchos casos más atractivas las construcciones modulares prefabricadas que las tradicionales.

Como hemos advertido en nuestras lecturas e investigaciones particulares, esta opción constructiva puede dar respuestas satisfactorias a las demandas que plantea un nuevo escenario global de la construcción donde la eficiencia energética tiene mucho que ver con nuestra vida cotidiana toda vez que la sostenibilidad de nuestros proyectos sea la única garantía de preservación de lo que hoy conocemos como sociedad.