Que Duarte pasara por Europa y las ideas liberales no pasaran por él, lo sabemos (lo demuestra el que esta república confesional surgiera de espaldas al resto de América Latina); que este Estado naciera sin gorros frigios, ni puños levantados, ni proclamas libertarias contra el colonialismo, ya lo sabemos (el nombre del país trinitario, su bandera, escudo e himno, todo de esencia religiosa, lo dicen claramente). Pero que en pleno Siglo XXI este espacio medieval haya llegado más lejos que el Estado Vaticano, con eso se poner la bandera a media asta en Semana Santa… ¡Bueno! (Juan Bosch, donde sea que estés: ¡He ahí a tus “discípulos”!).