Si nos ponemos a mirar bien, los dominicanos tenemos más razones que nos unen que aquellas que nos separan o dividen, son más poderosos y urgentes los motivos que nos acercan que aquellos que nos distancian, digan lo que digan los demás, como dice una vieja canción de Rafael de España. Son más los puntos de intersecciones, donde los dominicanos de todas las banderías políticas podemos encontrarnos, que los paralelismos que nos impiden aproximarnos.

Si inventariamos las declaraciones del liderazgo político y social de nuestro país de los últimos tiempos, veremos que la mayoríacoincide en los mismos mensajes, las mismas temáticas e igual agenda política.

Casi todos están contestes en el fondo en que hay que resolver estructuralmente nuestras grandes aflicciones, nuestras viejas taras que nos obstaculizan avanzar. Solo las diferencias se dan en la forma de abordar los problemas y las maneras de solucionarlos.

Si analizamos todas las formulaciones, proposiciones y los contenidos declarativos de los diferentes dirigentes de los partidos políticos, todas parecen haber sido dichas por una sola persona o iluminadas por una misma mente.

¿Por qué nos darnos la oportunidad de ser parte de las soluciones en vez de ponernos a declamar discursos prometedores de hechos futuros que podemos realizar en el presente?

La razón de ello es que todos compartimos un sinfín de visiones, intereses, posiciones y compromisos comunes, aunque no nos atrevamos a decirlo públicamente y aunque no lo queramos aceptar conscientemente producto de las pasiones y aparcelamientos en nuestros egos personales o políticos.

Tomando en cuenta esta realidad y aceptando la certeza de lo antedicho, muchas veces me he preguntado, ¿por qué no forjamos una gran alianza de mayoría, no de cúpulas partidistas, donde discutamos los consabidos puntos de aproximación que tenemos para superar nuestros males ancestrales? ¿Por qué atrincherarnos en nuestras propias parcelas políticas o individuales y excluirnos de las soluciones de las que podemos ser parte si aportamos un poco de buena voluntad?

Si la prensa recoge que todos los partidos tenemos una misma unidad central y conceptual en los mensajes que transmitimos al pueblo, ¿Por qué no nos embarcamos en el mismo barco para ayudar a poner la proa en la dirección deseada, y si no sucede así, desmontarse en el puerto más cercano? ¿Por qué nos darnos la oportunidad de ser parte de las soluciones en vez de ponernos a declamar discursos prometedores de hechos futuros que podemos realizar en el presente?

Estoy irremisiblemente convencido de que la gente lo que espera de todos lo que hacemos vida política es un acuerdo general entre todas las fuerzas, para poder corregir nuestros males de hoy que vienen de viejo. Lo que el pueblo desea es que lebrindemos soluciones y menos discusiones bizantinas a nuestro país, un país que tiene de todo lo que puede dar la bendición de Dios pero que hasta ahora unos pocos la disfrutan.

Todos conocen mi posición pública contra la reelección pura y simple, en base a los principios del peñagomismo, planteada en este espacio, como igual conocen mi visión a favor de aunar fuerzas y esfuerzos para salir a camino montado en un proyecto de nación.

Estoy opuesto al carácter personalista y ambicioso de la reelección de un hombre que busque reelegir con él el statu quo imperante, pero al igual que el compañero presidente del PRD, Miguel Vargas, no me opongo a un proyecto de reelección que esté dispuesto a hacer sus ajustes y reorientación de prioridades para cambiar el rumbo del país hacia una mejor dirección. No me opongo al llamado a enfrentar juntos la delincuencia, el subdesarrollo, la pobreza, el déficit nutricional y habitacional, al relanzamiento de nuestro aparato productivo, industrial y agroalimentario que conduzca a lograr los principales puntos programáticos del proyecto de gobierno perredeísta.

Si alrededor de todo eso es posible y factible concretar un gran acuerdo nacional que mejore y transforme la vida de los más excluidos y vulnerables, delos másdesprotegidos, ¡pues bienvenido sea! Por eso,vemos como positivo y beneficioso para el país, cualquier acuerdo al que arriben los sectores más representativos de nuestra clase política tendente a hacer patria.

Los perredeístas, que reconocemos que ahora no es nuestro mejor tiempo, tenemos la flexibilidad táctica de apoyar toda iniciativa que convoque a la unidad nacional, dentro de la diversidad, para construir un país donde tengamos responsabilidad compartida en darle un rumbo coincidente con lo que ha sido la lucha histórica del PRD.

Estar en la oposición no significa estar de acuerdo con implementar la política del desacuerdo por el solo hecho de oponerse a todo lo que venga del Gobierno, sin más ni más. Por eso, nos mostramos receptivos a considerar el planteamiento de un acuerdo de cogobierno donde se cumpla el verdadero mandato del pueblo: gobernar con equidad, con justicia y sin privilegio.