Los tres grandes votantes (el empresariado organizado, la Casa Blanca y el alto clero católico) desean que, contrario a las primarias del 6 de octubre, las elecciones que se realizarán este año aquí sean justas, libres y transparentes: que se respete el horario de votación; que no se usen los recursos del Estado a favor de los candidatos oficialistas; que no se permita la compra de cédulas y que la contabilización de los votos no se falsifique. Más allá del deseo: ¿Qué hacen estos tres para que la Junta asuma su rol con seriedad? ¿Qué harían si se consiente un fraude que, por cierto, pondría en riesgo la paz?).