Si usted, amable lector, no es experto en estos temas, permítame, antes de seguir, explicar qué es un marco nacional de cualificaciones.  En un lenguaje llano, imagine usted que la educación y la formación son un gran rompecabezas -incluso tridimensional, tipo “lego”; cada programa es una pieza que tiene que encajar con algunas otras. E incluso, puede haber piezas que se arman fuera del tablero y, aun así, encajan, lo que permite al jugador crear una figura completa a lo largo de la vida.

Por ejemplo, si una persona tiene 5 años siendo técnico en electricidad, un grupo de evaluadores puede certificar lo que sabe hacer.  Esto le permitirá, si lo desea, iniciar una carrera superior sin necesidad de repetir materias que no le añadirán valor y sólo le harán perder tiempo.

Dicho lo anterior, me declaro fiel defensora de la causa de que República Dominicana tenga un Marco Nacional de Cualificaciones y con la intención de que usted se sume a esta causa, quiero describir las ventajas que le veo alejándome de un lenguaje técnico.

Los esfuerzos que hemos hecho como país para que haya más oferta académica disponible no son suficientes para mejorar la educación y la formación que ofrecemos.  Un marco nacional de cualificaciones nos puede ayudar a abordar temas estructurales que afectan la calidad de los programas y las posibilidades que brindan para el aprendizaje a lo largo de la vida.

En la República Dominicana se ofrecen programas de educación y formación de diferentes tipos que buscan que las personas puedan ejercer ocupaciones y producir para cubrir sus necesidades. El Estado vela porque estos programas sirvan a la población estableciendo regulaciones que aplican a quienes los imparten a través del Ministerio de Educación, el Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología o el INFOTEP.

Los tres órganos reguladores han determinado sus normativas de manera independiente y, como consecuencia, los diferentes programas educativos y de formación que se ofrecen en el país, se expresan en lenguajes y estructuras muy diferentes, lo que obstaculiza que puedan complementarse unos con otros en beneficio de las personas y del sector empleador. Al mismo tiempo, esto hace difícil que la población pueda identificar con solo ver un título o certificado, hacia dónde conduce el mismo. Es como si, en cada etapa de aprendizaje a lo largo de la vida, las personas consiguieran piezas de rompecabezas diferentes.

En Europa empezaron hace unos 30 años a buscarle una solución a este problema e idearon los marcos de cualificaciones como acuerdos sobre requisitos para los programas. A los títulos o certificados que se otorgan para programas que cumplen con dichos requisitos, se les da el nombre de cualificación. La intención principal de un marco es que la cualificación que obtiene una persona sea reconocida de un sistema a otro, e incluso de un país a otro.

No es lo único que hace atractiva esta manera de organizar el sistema. Otra ventaja es que permite ponernos de acuerdo para que los programas sean pertinentes y respondan a necesidades reales y actuales del sector productivo, que desarrollen en las personas no solo conocimientos, sino también destrezas y habilidades conductuales y -como ya mencioné- que se les pueda reconocer lo que ya han aprendido no solo en otro sistema académico, si no también través de la experiencia. O sea, les facilite emplearse o gestionar su emprendimiento.

Durante los años 2017 a 2020, un equipo muy diverso de personas de los ministerios de la Presidencia, Administración Pública, Trabajo, Educación, Educación Superior Ciencia y Tecnología, Economía Planificación y Desarrollo y del INFOTEP, trabajó en una propuesta de Ley de Marco Nacional de Cualificaciones. El trabajo supuso validar sus contenidos con actores del sector productivo y representantes de los trabajadores.

Esa propuesta fue sometida al Congreso y aprobada por el Senado de la República, pero quedó pendiente de ser aprobada por la Cámara de Diputados al momento de cambio de Gobierno. Lo positivo es que el nuevo Gobierno estableció como una de sus prioridades la puesta en marcha del Marco y, para ello, ha estado trabajando en modificar la propuesta de ley en algunos aspectos que considera muy importantes.

Muchos temas de legislaciones pendientes compiten con nuestro Marco Nacional de Cualificaciones y la situación de COVID-19 ha hecho la cola más larga y lenta que lo que todos esperábamos.

Estimado cómplice potencial, si como sociedad nos ponemos de acuerdo sobre la importancia de la educación y formación en nuestros problemas sociales; si, para mejorar la oferta entendemos la importancia de contar con el Marco, podremos empujar juntos este tema y pasarlo de la lista de los pendientes a la lista de los triunfos.

En un próximo artículo le daré más detalles de la propuesta del Marco Nacional de Cualificaciones. Mientras tanto, espero haber dejado una imagen interesante sobre su estructura.