“El arma más efectiva que poseen los nuevos competidores es una hoja en blanco, mientras que su mayor vulnerabilidad es su fe en la práctica aceptada”. (Gary Hamel).

Un país es como la personalidad de cada uno de nosotros. 7,800 millones de seres humanos, cada quien con su individualidad, con su especificidad, con su singularidad. Como nos diría Aristóteles “Única e irrepetible”. Así son los países, cada cual con su formación social, con su cultura, sus valores, sus creencias, su identidad, su historia, su desarrollo, su evolución. La personalidad es al individuo lo que el país es a la sociedad. Cada una contiene y encierra de manera intrínseca su corporeidad identitaria. Es imagen, reputación, mezcla y combinación que nos da el sentido de pertenencia.

La marca país es la estrategia, el carácter de diferenciación, deliberativo, razonado, del marco con que nos queremos distinguir. Es la estrategia que alcanza a definirnos en nuestra razón de ser, en nuestra visión, en el sentido construido y priorizado de lo que somos y queremos ser. La marca país es la navegación en medio de múltiples océanos y mares, del torrente de agua donde deseamos cruzar y estar. Es la antorcha de nuestro nicho que nos habrá de destacar del concierto de 194 países reconocidos por las Naciones Unidas.

La marca país es lo global y al mismo tiempo, nuestro espacio, el nido que queremos desarrollar para poder competir y lograr una ventaja competitiva sostenible. Sin ella sería como querer hacer muchas cosas, a menudo sin sentido. Sin lograr auscultar nuestras fortalezas y oportunidades. Es saber qué puertas tocar y que realmente nos hace diferentes, nos agrega valor y transforma la posible ventaja comparativa en ventajas competitivas. La competitividad para Idalberto Chiavenato “Es el grado en que una organización en condiciones justa y libre del mercado puede producir bienes y servicios que son aceptados en los mercados internacionales”. Para el Foro Económico Global, a través del Índice de Competitividad, nos define Competitividad como “el conjunto de instituciones políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”. La audacia de la marca país está en: las exportaciones, las inversiones, la creatividad, la innovación, como eje fundamental de la competitividad.

El trazo de la marca país es en la praxis, un eslabón de conducir las potenciales ventajas competitivas como un elemento diferenciador para lograr resultados que nuestros competidores se le hace difícil de lograr, de acuerdo al Modelo de las 5 fuerzas de Michael Porter. La marca país es la manera sistemática, orquestada, puesto que se construye, diseña como arquetipo estructural de ventajas competitivas sostenibles que han de subrayar el compromiso de todos los actores de la sociedad, relevando a sus líderes, independientemente de los sesgos ideológicos, políticos.

Es una mirada a corto, mediano y largo plazo para sobrevivir, simultáneamente, con destacarnos, crecer y desarrollarnos. La marca país es en esencia, el prototipo real del drama en escena de como colocarnos con nuestra visión y la estrategia. En este caso se ha tomado en cuenta cinco pilares: Exportación, Inversión, Turismo, Cultura y Ciudadanía. La visión es la imagen mental de lo que es posible y deseable de cara al futuro. Como nos diría el sabio Aristóteles “El alma… nunca piensa sin una imagen”. Es como nos diría Claudel, la visión es “una descripción corta e inspiradora de lo que queremos ser mañana”. Es el compromiso con el futuro. Es donde estamos y a dónde queremos ir. Sin embargo, es taxativo que la visión es la combinación del optimismo con el pensamiento crítico tomando en cuenta la realidad.

La visión es abrazar el presente en una perspectiva conjugada de futuro. La visión es una actitud. Es el marco aglutinador para conducir nuestros mejores esfuerzos, energía y recursos: financieros, físicos y humanos. La misión coadyuva de manera clara, directa, como llegaremos a la visión, el epicentro del o los objetivos que queremos alcanzar. La misión es la desdibujación, el claro espacio, la parte obvia, evidente de la visión. Nuestra Marca país, recientemente divulgada, con un rezago de más de 15 años “Es la estrategia del Estado Dominicano para desarrollar positivamente nuestra imagen, posicionando atributos propios y distintivos de nuestra identidad. La Marca País República Dominicana ayuda entre otras cosas a mejorar nuestra reputación y generar empleos, así como a dar certidumbre y confianza para aumentar las exportaciones y la inversión extranjera. Además, genera interés por el turismo y aumenta la influencia política y cultural de una nación en el entorno internacional”.

Sus Valores son:

Alegría;

Actitud;

Calidad;

Respeto;

Creatividad.

Su slogan: República del mundo. Ese lema o consigna no nos identifica en el concierto de países, no coadyuva a sustanciar, izar la marca de identidad, no fomenta una marca distintiva, en esa estrategia publicitaria. Ya nos decía Alfie Kohn “Intentar ser el número uno e intentar hacer las cosas bien son dos cosas diferentes”. O, como nos dijo alguna vez Al Ries y Jack Trout “En comunicación, lo menos es más. La mejor manera de conquistar la mente de posibles clientes es con un mensaje sencillo. Hay que desechar las ambigüedades, simplificar el mensaje y luego simplificarlo aún más si se desea causar una impresión duradera”. Sin embargo, esa expresión ha de ser como un aura que capte la dimensión esencial de lo que somos y queremos ser, con validez sustantiva, posible, creíble. Innovadoras y creativas. Sueños traducidos en acción. Galopando hacia el balneario de lo que somos transformado: Un país que te espera para ver renovado tus resultados y esperanza.

La marca país ha de ser definida en el que la marcha de su buena dirección, logre inspirar a toda la sociedad, de tal manera que nos sintamos involucrados, en una estrategia de ganar-ganar para poder remar hacia la misma dirección. La marca país nos alinea y potencia, como catalizador de las energías en un orden priorizado, jerarquizado. Nos pone a hablar el mismo lenguaje y empodera a los ciudadanos más sensibles. Abre la puerta de la discusión y al mismo tiempo de la evolución, para ir creando y recreando los avances, oportunidades y obstáculos, para un desarrollo permanente.

La marca país, rompe con la parálisis paradigmática, con la parálisis de los análisis. Es bosquejar distintas estrategias, que nos permitan conocer y develar las múltiples capacidades internas que tenemos como nación, entendiendo el entorno exógeno y las variables que repercuten en ese ambiente global. ¡El país de la renovación y la esperanza! “La República de la renovación y la esperanza”. Es la estrategia distintiva que debemos de esbozar en el concierto del mundo para atraer gente a nuestro país; por ello, su selección debe de englobar, escoger, entrañar lo que más nos caracterice como pueblo, como sociedad.

La marca país, en sí misma, trasciende el slogan y el logotipo; ella envuelve y sinergiza todas las comunicaciones promocionales en una verdadera mezcla situacional. La marca país es hoy, un instrumento de posicionamiento por lo que su construcción tiene que ser elaborada con lo mejor, con lo que contiene mayor calidad del país y nos diferencie de los demás. Debe de tener una alta legibilidad y recordación de parte de los usuarios, del pasado, del presente y del futuro. Es una construcción imaginaria permanente que engarza los distintos tiempos. Marca país hoy es competitividad, que como nos dice Laura D Andrea Tyson “es la capacidad de producir bienes y servicios que cumplan los test de la competencia internacional, mientras nuestros ciudadanos disfrutan de un nivel de vida a la vez creciente y sostenible”.

Michael Porter en su célebre libro SER COMPETITIVO, nos indicaba que “la prosperidad nacional se crea, no se hereda. No surge de los dones naturales de un país, de su mano de obra, de sus tipos de interés o del valor de su moneda. Depende de la capacidad de su industria para innovar y mejorar. La base de la competencia se ha desplazado cada vez más hacia la creación y asimilación de conocimientos”. Requerimos mejorar el capital institucional en el que se encuentran la efectividad gubernamental, la calidad regulatoria, el imperio de la ley y el control de la corrupción. Sin el mejoramiento de éstos, la inversión extranjera sana se aleja, el clima de negocios se enrarece, pues la falta de reglas claras y transparentes los alejan; así mismo, los costos de producción aumentan como consecuencia de transacciones no registradas en los estados financieros de las empresas (sobornos, tráfico de influencia, corrupción burocrática, captura del Estado).

¡Marca país es el camino hacia el futuro en una disrupción con el pasado dinamizando la proactividad!