Que al inicio del primer gobierno del presidente Danilo Medina, el grupo marítimo de Santo Domingo fuera exitoso en hacer fracasar el Puerto de Manzanillo, es una cosa. Otra muy diferente es el conjunto de reales potencialidades que tiene este vital servicio portuario del norte para la exportación-importación rentable de más de 30 millones de toneladas de productos que se generan o consumen en el Cibao, Haití y otras islas del Caribe. El discurso presidencial del pasado 27 de febrero así lo reconoce y acepta. 

La estructura portuaria de hub-logístico que aportaría Manzanillo a la rentabilidad de las exportaciones dominicanas y la sostenibilidad a la creación de nuevas empresas y empleos, no se compara con ningún otro puerto del Caribe y muchos menos con la señorial metrópolis portuaria de Ponce, Puerto Rico. La diferencia es la alta capacidad productiva del Cibao.

Los que enfrentan los proyectos estratégicos del Cibao y Santiago, deben estar preparados para carreras de resistencia dotándose de buena hidratación, oxigenación y capacidad de relevo. Como afirma Michael Schumacher “lo importante no es como se comienza, sino como se termina”. Se demostró con las exitosas inauguraciones gestadas por gobiernos y operaciones público-privadas del Parque Central, Jardín Botánico, Circunvalación Norte, Eco-parque Rafey y Aeropuerto Internacional del Cibao. Mantuvimos estos proyectos en agenda hasta que fueron una exitosa realidad. El Puerto de Manzanillo y otros proyectos estratégicos locales y regionales, no son la excepción. 

Comparar la ciudad y el puerto de Ponce con la ciudad de Santiago y el Puerto de Manzanillo, es un ardid estratégico. El señor Juan Tomás Tavares Kelner debe ser reconocido por asumir la vanguardia del conjunto de operaciones desinformativas contra el Puerto de Manzanillo. Muchas gracias. Su artículo “Brevísima relación de un fracaso anunciado”, es confesión sincera de los actuales continuadores de Antonio de Osorio quien para privilegiar la costa sur y los puertos de Santo Domingo, incendió la capacidad portuaria del norte, generando como resultado la mayor hambruna registrada en la historia dominicana.

En su colaboración publicada en Acento, Tavares Kelner pretende comparar los proyectos del empresariado y la sociedad de la Región Norte a favor del Puerto de Manzanillo con el “fracaso” económico acontecido con el puerto de Ponce. Sus espurios argumentos técnicamente son la más auténtica asociación de variables confusas.

Ni el Cibao, ni Santiago, ni Manzanillo, se pueden comparar con la ciudad y la región de Ponce. Ni el puerto de San Juan es asociable a los puertos de Santo Domingo. Ponce y Manzanillo no son vinculables tampoco, ni en la alta capacidad hidrográfica del Cibao, menos en su probada fertilidad, y mucho menos en la red de vías. Tampoco en la carga de exportación-importación, ni en el volumen de vehículos pesados movilizados. 

Ponce es una ciudad metrópolis que podría ser un barrio de Santiago de los Caballeros. Acumulaba al 2015 unos 169 mil habitantes, muy inferior a La Vega, Moca, Mao y Puerto Plata. De producción azucarera y servicios turísticos, con una estructura económica,hidrografía y orografía diferente a Santiago y el Cibao. En nuestro territorio predomina la producción agropecuaria y agroindustrial, el nuevo modelo de zona franca de exportación y la logística de servicios de almacenamiento de productos alimenticios y de consumo.

Los exhaustivos diagnósticos económicos, sociales y territoriales de los tres Planes Estratégicos de Santiago del 2000 al 2030, lo explican. También el Banco Central y el Ministerio de Planificación, Economía y Desarrollo (MEPyD),  lo evidencian.

La profecía de los beneficiarios directos de los puertos del sur de República Dominicana, es que los cibaeños y santiagueros les ocurrirá lo mismo que a los señoriales ponceños que fracasaron luego de dedicar grandes esfuerzos “sin entender que el caso de Ponce no es excepción, sino la regla impuesta a nivel mundial por la búsqueda de economías de escala que hacen que cada día los buques sean mas grandes y recalen en menos puertos, distribuyendo desde mega terminales los contenedores por carretera a su destino final”.

Tavares Kelner pretende filtrar la tesis que los cibaeños y santiagueros son similares a los ponceños, pues “luego de grandes esfuerzos su puerto (Ponce) fue excluido de las rutas marítimas de las principales líneas regulares de contenedores, pues todas se concentraron en San Juan por conveniencias operacionales”. En otras palabras, que los contenedores de la gran producción cibaeña, deberán seguir llegando a Santo Domingo, pues los grandes barcos, no irán a Manzanillo a recogerlos. Ese es el enfoque que subyace en sus argumentos.

En sus explicaciones, el Puerto de Manzanillo debe repararse pero no ampliarse y mucho menos modernizarse, para que siga siendo un pequeño satélite de los grandes puertos del sur. Es como si se dijera que el Puerto de Manzanillo debe quedarse de ese mismo tamaño dado que por economía de escala con los Puertos de Haina y Caucedo, es suficiente para la capacidad de exportación de República Dominicana. Apreciamos la valentía del señor Tavares Kelner de plantear sus intereses. Su artículo es la prueba de lo que hay detrás de la reparación cosmética del Puerto de Manzanillo.

La ampliación y modernización del Puerto de Manzanillo, se realizará en este gobierno o el próximo, pues Santiago y la macro-región del Cibao, se han ocupado de pensar estratégicamente para mantener este proyecto en la agenda pública y privada nacional. En la otra seguimos.