Los que han tenido la oportunidad de escuchar las ya famosas exposiciones de la joven politóloga guatemalteca Gloria Alvarez, actualmente de visita en el país, en las que desnuda el populismo y sus métodos para polarizar las sociedades y apoderarse de las instituciones erigiéndose en “salvador”; habrán tenido que concluir que lo que ella denuncia en gran medida retrata lo que ha acontecido en nuestro país.
Latinoamérica ha vivido las últimas décadas luchando entre ideologías de derecha e izquierda, pero en nuestro caso la llegada al poder del partido que se fundó bajo la ideología marxista y su permanencia ininterrumpida desde hace doce años, ha prácticamente eliminado las diferencias ideológicas, ya que el poder ha hecho iguales a todos los que han gobernado.
Lo que por el contrario ha aumentado en nuestro país es un ejercicio cada vez más populista de la política, inspirado por el modelo brasileño actualmente en total descrédito y en buena parte financiado por las irracionales condiciones otorgadas por el comandante Hugo Chávez a algunos países del área no productores de petróleo mediante el acuerdo de Petrocaribe, como medio de expandir su liderazgo populista en Latinoamérica, lo que ha llevado a la quiebra a Venezuela.
A pesar del fenómeno de expansión que ha tenido en las dos últimas décadas el denominado socialismo del siglo XXI y la amenaza que representa para la institucionalidad y la sostenibilidad de muchos países de la región, algunos como el nuestro, en vez de preocuparnos por identificar las causas que llevaron a esas sociedades a hacer apuestas equivocadas para evitar que pueda suceder lo mismo en las nuestras, permanecemos indiferentes creyendo que eso a nosotros no nos va a suceder.
Sus alertas sobre el peligro que representa el daño psicológico que hacen nuestras gobiernos populistas a la población, a la que enseñan a ser víctima y no le permiten desarrollar las habilidades necesarias para poder triunfar por sus propios medios
Por eso es tan importante que en otros países de la región como Guatemala, hayan surgido iniciativas como la del Movimiento Cívico Nacional, que están creando conciencia no solo del peligro que representa el populismo para cualquier país, sino también de que la única manera de detenerlo es fortaleciendo la República, que para ellos significa entre otras cosas apertura al diálogo, equilibrio de poderes, meritocracia, ciudadanos empoderados, respeto a los derechos fundamentales, particularmente la vida, la libertad y la propiedad privada e identificación del individuo como minoría más pequeña, pues todos de alguna forma somos minoría.
Sus alertas sobre el peligro que representa el daño psicológico que hacen nuestras gobiernos populistas a la población, a la que enseñan a ser víctima y no le permiten desarrollar las habilidades necesarias para poder triunfar por sus propios medios, dejándole como único camino de ascenso económico y social estar en el gobierno; deberían ser tomadas con la debida seriedad y responsabilidad, pues transformar hábitos toma años y es más fácil siempre para el ser humano dañarse copiando lo malo, que regenerarse aprendiendo lo bueno.
Cuando en una sociedad como es el caso nuestro, muchas de las prácticas comunes del populismo que ellos denominan como el “Manual del Populismo” están presentes, tales como dividir la sociedad con odio, eliminar cualquier oposición en el poder legislativo, controlar la justicia, expandir los empleos estatales para extorsionar a aliados, reformar la Constitución para mantenerse en el poder; no cabe duda de que el populismo está permeándola.
Por eso necesitamos crear más República a través de “ciudadanos empoderados” capaces de no dejarse engañar por el mendaz discurso populista, que so pretexto de proteger a pueblos desvalidos lo único que consigue es hacerles perder lo más importante que tenían, su dignidad, para así convertirlos en marionetas que mueven a su antojo.