Nueva York.-Entre Grecia y el Banco Central Europeo hay un problema político, no económico, el capital financiero intenta manipular la deuda para sabotear una agenda progresista griega. Cuando los griegos votaron NO en el reciente referéndum, se negaron a retroceder sus avances sociales y a dejarse chantajear por el capital financiero.
Los banqueros que causaron la crisis financiera del 2008, quieren arrodillar a los griegos cobrando una deuda que el Fondo Monetario Internacional (FMI) define como “impagable”.
Quieren sabotear al primer ministro griego Alexis Tsipras; el renunciante ministro de Finanzas Yanis Varoufakis define eso como “terrorismo” contra Grecia.
Si sabotean a Tsipras, acorralarán a Pablo Iglesias y Podemos en España, también a movimientos progresistas similares en Portugal e Italia, eso es todo lo que buscan. Demandan que Tsipras aumente las cargas impositivas sobre los griegos pobres, mientras quieren convertir a Luxemburgo en un refugio fiscal tipo Gran Caimán, para los ricos europeos.
Angela Merkel, la canciller alemana, es una reverenda hija de su mismísima madre que intenta secuestrar la voluntad política de los griegos; ante ella, Margaret Tatcher parece una amorosa monjita benedictina.
Merkel pretende ignorar la historia.
Hitler dejó en Alemania una deuda $32 mil millones. La invirtió masacrando a millones de LGBT, negros, gitanos, enfermos mentales, judíos y todo el que pensara o pareciera diferente, en el proceso destruyó Alemania y Europa.
En 1953 a Alemania le condonaron $17 mil millones, pagó un 3% anual sobre los $15 mil millones restantes y saldó la cuenta en el 2010.
Grecia merece un trato similar.
Su deuda nace de irresponsabilidades compartidas entre políticos que tomaron prestado lo que sabían que no pagarían, y banqueros que sabiendo lo mismo hicieron los préstamos.
Si arrodillan a Grecia, los banqueros detendrán un movimiento progresista en Europa y el mundo. ¡No pasarán!