(A mi nieta Katrina, con amoroso orgullo)

En septiembre de 2009,  mi  nieta Katrina, – graduada Summa Cum Laude de Arquitectura  en la Universidad Iberoamericana (UNIBE),  me dijo que había escogido  para su Proyecto de Grado el diseño y la reubicación de las nuevas instalaciones de la Marina de Guerra Dominicana que debían ser trasladadas,  por lo que habría que construir un nuevo complejo y esto era una oportunidad  para  honrar el legado militar  de su abuelo el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez. La Base Naval llevaría su nombre.

Me sorprendí  porque no ignoraba que sería una tarea descomunal pero ella no  me estaba consultando;   me pidió que la ayudara a obtener el  permiso y la colaboración de los mandos militares.

Entrevistas, consultas,  miles de datos,  facilidades de acceso a informaciones oficiales y visitas guiadas a la Base Naval 27 de Febrero, a la  Academia Naval “Vicealmirante César de Windt Lavandier” y a la Base Naval Bahía de Las Calderas, fueron sólo algunas de las  manifestaciones   del apoyo recibido.   Tras un arduo proceso de indagación y análisis, así como asesoría de oficiales  e ingenieros navales,  decidió  ubicar las instalaciones del  complejo en la Bahía de Las Calderas.

-“Su historia y su obra  están  por encima de cualquier rama militar” me contestó.  No me equivoqué porque fue una de las primeras preguntas del jurado;   Katrina  sonrió,  levantó con delicadeza sus hombros  y  no contestó. Yo la miré y  sonreí;  ambas sabíamos que no había respuesta

En poco tiempo Katrina se convirtió en la “niña linda”  de la institución;  es  su  mas preciado recuerdo y cuando estuvo  a punto de rendirse, ese calor humano fue lo  que la estimuló a continuar.

Después de  meses de investigación, de  interminables horas en el Archivo General de la Nación y en otras instituciones, el Marco General del proyecto se resume así: Definición General,  Problemática, Motivación, Justificación, Objetivos y Alcances. A pesar   de las noches en vela y el cansancio,  los viajes a Las Salinas estudiando desde la dirección de los vientos, el calado de los buques y la batimetría de la bahía para el diseño de los muelles, Katrina expuso su trabajo ante un exigente jurado que le otorgó la más  alta calificación.

Vista aérea del proyecto.
Vista aérea del proyecto.

Una preciosa impresión de su Proyecto le fue entregada al entonces director de la Academia Naval,Capitán de Navío Martín Medina Ogando a quien Katrina,  que trabaja en una de las más prestigiosas empresas de arquitectura ambiental en Chicago, me encarga saludarle a él y a todos los demás,  siempre agradecida.

Como profesional de avanzada, ella  tomó en cuenta las necesidades de   este tiempo: la protección al  medio ambiente y áreas protegidas, la integración de las edificaciones a  la naturaleza permitiendo la entrada de la luz y el viento para limitar el consumo de energía tradicional y reducir el impacto ambiental; también,    la ubicación de las naves en los muelles de acuerdo a la flota naval existente  y a  la  futura.  Como parte importante  de su trabajo  ponderó  la tarea que tiene  la Marina de Guerra  frente al tráfico ilegal de personas, de drogas y el contrabando en todas sus manifestaciones.  Manejando niveles de extremos detalles, ella logró su propósito.

Ofrendó su  trabajo  a Rafael Tomás Fernández Domínguez y le advertí que el jurado podría preguntarle el porqué dedicarlo  a su abuelo  cuando él no perteneció a la Marina de Guerra. -“Su historia y su obra  están  por encima de cualquier rama militar” me contestó.  No me equivoqué porque fue una de las primeras preguntas del jurado;   Katrina  sonrió,  levantó con delicadeza sus hombros  y  no contestó. Yo la miré y  sonreí;  ambas sabíamos que no había respuesta.

Maqueta del proyecto de la base naval.
Maqueta del proyecto de la base naval.

Durante meses,  dedicó todo el tiempo a concretar su idea, siéndole indiferente  de si algún día podría o no ser utilizada por la institución.   Es un trabajo impresionante, notablemente  técnico ycon una estética muy refinada.  Ojala que  algunas  líneas  de las miles que trazó, sirvan  para que la confianza  por la que Katrina  apostó   nunca sea defraudada por  la hoy Armada de la República Dominicana.

Días después de   recibir su título, yo me encontraba  en la explanada central de la Academia Naval “Vicealmirante César de Windt Lavandier”,  invitada a la graduación de damas ycaballeros guardiamarinas. Con   una preciosa decoración  en la que destacaba el color verde y las flores blancas,  los  oficiales vestían sus trajes de gala  y los graduandos sus uniformes  blancos,  impresionantes  por    la coordinación de sus pasos y la elegancia  de sus posturas. Eficiente y gentil,  el director de la Academia Naval, Capitán de Navío Martín Leonardo Medina Ogando, cumplía con celosa  diligencia su papel de anfitrión.

Algo  sutil  imperaba en el ambiente;  era  el evidente  empeño en demostrar  que  la Marina de Guerra  no podría ser moralmente lesionada a pesar del cuestionamiento que la sociedad  dominicana le  estaba haciendo  en aquellos  momentos por casos repudiables  que involucraron  a algunos de sus oficiales.

Durante  la  ceremonia, yo  me moría de ganas  de  pregonar que a los seres humanos se les presentan oportunidades que establecen la diferencia entre  ser recordado con admiración y respeto, o lo contrario.  Quería gritar que la generación de relevo está llena de valiosos jóvenes militares y civiles dispuestos a asumir su rol  y que mi nieta  es uno de ellos.

Cuando Katrina escogió a la Marina de Guerra para hacer su proyecto,    le advertí  que se exponía a críticas  de algunos sectores de la sociedad por lo que estaba ocurriendo. “Yo no lo hago por unos pocos que intentan  mancharla;  es por los miles que la enaltecen con su conducta. ¿No te acuerdas de mi abuelo?”

Nunca había sentido  tan exultante orgullo por  alguien  que me calló la boca.

La fe  que tiene  Katrina, como  la  del   entonces Alférez de Fragata Júnior Alexander Benítez Feliz,  guardiamarina graduado de honor y sus compañeros, es la expresión del proceso de cambio en nuestras Fuerzas Armadas y  la necesidad que tiene la juventud dominicana de ser escuchada;     es la esperanza de los jóvenes marginados de ser rescatados  y el anhelo  de diversos  grupos de  jóvenes que piden ser tomados en cuenta incluyendo  a los  militares.

La   confianza que valientemente proclamó Katrina tener  por  las instituciones militares  no puede   ser defraudada; mas bien consolidada    con  un irrefutable   ejemplo de la responsabilidad, el trabajo    y la   honestidad  de   sus   jefes militares,  oficiales y clases.

Katrina,  en uno de sus volúmenes contentivos del proyecto,  agradeció a Marina de Guerra con estas palabras:

“Gracias por abrirme sus puertas y recibirme en sus instalaciones,  responder a mis entrevistas y por  concederme todo el material necesitado;  gracias por mostrarme su deseo de crecer y mejorar a las  Fuerzas Armadas Dominicanas y tratar de llegar a ser “HOMBRES”. (K. F )

Vestir el uniforme militar    es  un inmenso  privilegio  cuando se cumple con el deber    y que,   a  pesar   de  las precariedades  y los sacrificios, se mantiene   incólume el honor.