En días recientes he sido objeto de agresiones por gente mala, destructoras de las personas bajo su supervisión, gente que solo reconocen el odio y el resentimiento como sentido de sus vidas.

En las últimas semanas he sido acosado, molestado, hostigado, perseguido y casi me hicieron perder el sentido de lo valioso que significa vivir en armonía y el placer que depara convivir en paz con el mundo y con las personas.

De un momento a otro se comenzó a manifestar un odio visceral con todo lo que es mío o relacionado conmigo. Se apostaba a que sufriera un infarto o un accidente cerebral. Pero he resistido con gran seguridad a todos los embates de esta ráfagas malsana en mi contra.

No me pregunten qué fue lo qué pasó. Si hablo ahora sería chisme y ese no es mi comportamiento.

Sí les puedo asegurar que como sé hilvanar palabras, un día no tan lejano escribiré en detalle lo horrible de esa experiencia, que fue por un lado negativa por los efectos inmediatos al causarme una dosis insoportable de estrés en las últimas semanas.

Pero ahora quiero comentarles que de esta experiencia vital he aprendido dos importantes lecciones:

1. Que en este mundo hay seres que parecen ser educados, doctos y honorables y son peores bestias depredadoras, tiburones asesinos, que  que se ceban en el odio, el resentimiento más crudo y la envidia. Que son seres fracasados que han sido incapaces de crear una obra valiosa para enriquecer nuestro patrimonio.

Esto lo transforma en gente que tiene sed de vida pero solo ingieren el agua salada del resentimiento y cada día en sus vidas tienen más sed de dañar a los seres humanos de su entorno. Son meras sabandijas listas para atacar todo lo auténtico, sano y honorable en una persona.

Puedo asegurar que no pudieron herirme ni menoscabar mi dignidad. Por ella doy la vida. Es mi nombre y el testimonio de mi comportamiento social.

2. Pero también en este proceso he descubierto algo que tenemos los dominicanos que aprender a atesorar.

Es algo que muchos no conocen y en consecuencia no lo valoramos y cuidamos como deberíamos.

Hablo de las garantías de los derechos personales, políticos y administrativos.

En este trance me he dirigido a las instancias legales establecidas por la ley y he descubierto que las instituciones creadas por la Constitución del 2010 y las leyes orgánicas que la completan FUNCIONAN, Y CUANDO SE TIENE LA RAZÓN FALLAN SEGÚN LOS PRECEPTOS LEGALES Y ORDENAN ACATAR LOS DERECHOS DEL SOLICITANTE.

Esto es también fruto de los gobiernos del PLD y de los partidos representados en el Congreso Nacional.

Esto tiene, como se entiende a simple vista, una gran trascendencia para nosotros los ciudadanos honestos y es algo que debemos aprender para solucionar los conflictos de manera  pacífica, pero contundente.

En una época de tanta violencia asesina que es el patrimonio que el capitalismo salvaje nos ha impuesto, debemos  aprender a solucionar los conflictos mediante el diálogo, y cuando este resulta imposible porque una de las parte se niega, el Estado fija un mediador que decide de acuerdo a la ley quien tiene la razón y establece la manera de resarcir el daño causado por quien se excede al ejercer el poder delegado en beneficio propio para él o su pandilla, y por ello son violentos y no respetan regla alguna es por ello que hay que ponerles freno por la vía pacífica: denunciar a la autoridad los derechos que se dedican a pisotear.

Para mí -que he trabajado con orgullo en múltiples casos de reforma-, constatar este pequeño pero grande detalle al servicio de la ciudadanía, me llena de regocijo y constituye una herramienta útil y justa al servicio nuestro sin tomar en cuenta nombres o apellidos o riquezas.

Por tratarse de un logro que está al servicio de todos lo celebro con ustedes, mis amigos y amigas.