Perjudicialmente a la buena imagen que debemos exhibir ante las demás naciones del mundo, seguimos dando de que hablar en los corrillos diplomáticos, con 1,163 personas nombradas en el Ministerio de Relaciones Exteriores, las cuales no realizan ningún tipo de trabajo en nuestras legaciones diplomáticas en el exterior, a lo cual se añade, la agravante de haberse designado como cónsules a ciudadanos y ciudadanas estadounidenses.
Mucho de este personal incluso se encuentra nombrado en el exterior, pero vive en la República Dominicana, devengando sumas en dólares, que en determinados casos, exceden el salario que recibe el presidente de la República, a lo cual, se une la designación en el cuerpo consular, a jóvenes estudiantes favorecidos por vínculos familiares y políticos, sin realizar ninguna labor, y sin observarse, que para los jóvenes sobresalientes en sus estudios, el gobierno central ha establecido como vía para desarrollarlos las becas educativas.
El nombramiento de ciudadanos y ciudadanas norteamericanas ha generado que los consulados de dos de las más importantes ciudades de la referida nación tengan cónsules generales que no han podido regularizar su situación
El nombramiento de ciudadanos y ciudadanas norteamericanas ha generado que los consulados de dos de las más importantes ciudades de la referida nación tengan cónsules generales que no han podido regularizar su situación consular, con el riesgo incluso de que las autoridades norteamericana puedan obligar al país al cierre de dichos consulados, además de que los documentos firmados por esos funcionarios consulares carecen de validez en ese país y esto es muy grave.
En la dirección técnica del Consejo Regional de Desarrollo, Inc (CRD), frente a tan preocupante situación, entendemos que el presidente Danilo Medina conjuntamente con el bien calificado personal técnico que tiene la cancillería en su sede central, debe asumir el urgente saneamiento de nuestras embajadas y consulados, para convertirlas de cara al presente y al futuro, en verdaderos instrumentos al servicio del desarrollo nacional, a fin que podamos solidificar nuestras relaciones políticas y comerciales, y sobre todo, el gran rol que está destinada a jugar nuestra república en la solución de los problemas alimenticios a nivel mundial.
Sin bien es cierto, que nuestro canciller y muchos de nuestros embajadores, cuando se ha tratado de la defensa de la soberanía nacional, han actuado con la hidalguía y la energía que se ha requerido, sin embargo, como correctamente lo sugiere el CRD, nuestras estructuras diplomáticas hay que fortalecerlas y sanearlas, mediante el establecimiento de una real carrera diplomática, con un personal calificado para ejercerla, para así conducir nuestro país hacia mejores horizontes de justicia, progreso y paz social.