Otra vez vuelven a despertarse los demonios de la “incapacidad de los profesores dominicanos”, considerándolos como principales responsables del descalabro de la calidad del sistema educativo dominicano. Recientemente el Ministro de Educación lanzó la iniciativa de “contratar expertos internacionales para capacitar a los maestros dominicanos por considerar que una formación de docentes de alta calidad es fundamental para la calidad y la relevancia de la educación y para el alto nivel de la misma profesión de la enseñanza”. Pareciera que la declaración descalifica todos los modelos, programas y esfuerzos de formación docente realizados en el país.
La iniciativa “importadora” del Ministro de Educación y del gobierno no es nueva. Ya a finales del 2012 el Presidente Danilo Medina anunció la posibilidad de contratar profesores extranjeros para formar a los profesores dominicanos en las áreas de Ciencias, Matemáticas y Lenguaje, como una respuesta a los pobres resultados exhibidos por los estudiantes dominicanos en las evaluaciones internacionales. Al igual que ahora, en aquel entonces, la idea también fue respaldada por Acción Empresarial por la Educación, EDUCA.
Para poder contar con buenos profesores no es suficiente dotarlos de un nuevo bagaje teórico, de herramientas y estrategias psicopedagógicas y otros elementos meramente formativos, que sería lo que harían principalmente los “profesores refuerzos” traídos del extranjero, cuya “mediación docente” resultaría, por demás, traumática, porque serían pagados con los “muchos dólares” comprados con “los muchos pesos” que dejan de pagársele a sus “alumnos colonizados”. Traer maestros extranjeros para formar a los profesores criollos, por tanto, no es la solución. Es más bien una manera de desviar la atención para esconder la verdadera problemática de los maestros en el país.
La propuesta plantea además muchas dudas por aclarar: ¿Quién validaría la competencia de los expertos? ¿Desarrollarán éstos un aprendizaje “situado”, es decir, centrado en la realidad del propio estudiante y también en la realidad socioeconómica y política del país, realidades que necesariamente no conocen? ¿”Importarán” fórmulas y modelos pedagógicos que sólo sirven para sus realidades y no para la nuestra, y que también deben ser cuestionados? ¿De dónde vendrían? ¿Cuál es su ideología y su filosofía educativa? Con la solución “importadora”, el “complejo de Guacanagarix” se sienta en las butacas de la escuela dominicana con una “cachucha neoliberal”.
Mientras se responden estas interrogantes, lancemos al viento otra pregunta que debe preocupar a todo el “acervo profesional nacional”: ¿Será cierto que no existen en el país instituciones y profesionales capaces de formar-actualizar-capacitar-“reenfocar” a los maestros de la patria? Me resisto a creer que esta sea la realidad. No se sabe qué piensan de esto las 16 universidades que tienen programas de formación docente. Sería interesante conocer su opinión públicamente.
Los países que logran mejores resultados en las evaluaciones internacionales cuidan especialmente a sus profesores; ofrecen buenos salarios , calidad de vida y condiciones de trabajo óptimas para hacer del magisterio una profesión atractiva. En nuestro país sucede todo lo contrario. El sueldo de un maestro dominicano figura entre los más bajos del mundo, sin embargo, paradójicamente, los sueldos de los Ministros, jueces, legisladores y funcionarios del gobierno de cierto nivel figuran entre los más altos del mundo.
La llamada “revolución educativa”, tan cacareada por las actuales autoridades educativas y por el mismo gobierno, parece haber pasado por alto que no hay revolución educativa que no pase por las manos del maestro. Los maestros dominicanos no sólo necesitan capacitación e información. Lo que realmente necesitan es dignificación y mejor remuneración. Hoy por hoy no son más que una clase explotada y olvidada; defendida por nadie. Al tiempo que construyen edificaciones escolares, también hay que “construir la dignificación del maestro dominicano”.
Desde luego, el tema de la calidad docente requiere de una reflexión nacional seria. Hay que repensar, revisar y actualizar los modelos de formación docente que se desarrollan en el país, tanto los que fomentan las universidades, como las instituciones oficiales de formación magisterial como son el Instituto Nacional de Formación del Magisterio, INAFOCAM y el Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña, INFODOSU; al tiempo de revisar también si las sumas millonarias asignadas esos programas resultan pertinentes, productivos y justificables. Para esto haría bien una “veeduría” imparcial.
El modelo tradicional formación docente basado en cursos, acompañamientos, diplomados, talleres y otros, resulta insuficiente y requiere de mucho tiempo. Una formación de profesores de calidad y realizada “justo a tiempo” , dado que la educación debe caminar al mismo ritmo de la sociedad del conocimiento y el desarrollo tecnológico, demanda del maestro un cambio de actitud y de perspectiva y un reenfocamiento de las políticas del sistema educativo.
En el mundo digital en que vivimos los maestros necesitan aprender a usar las herramientas y tecnologías digitales que les permitan acceder a bibliotecas digitales, banco de productos de aprendizaje y comunidades de prácticas. Solicitamos a EDUCA y al Ministerio de Educación que emprendan una campaña: “Una computadora para cada maestro dominicano”. Y por supuesto, por la mejora considerable del salario y de la calidad de vida del maestro dominicano, incluyendo una mejor capacitación.
El maestro dominicano de hoy debe asumir el aprendizaje de nuevas competencias, tales: Habilidades de información y comunicación. Información y alfabetismo digitales. Habilidades de pensamiento crítico y de solución de problemas. Identificación, formulación y solución de problemas. Creatividad y método científico. Habilidades interpersonales y de colaboración. Lenguas extranjeras. Civismo y Ética.
Y si el gobierno y EDUCA insisten en traer expertos internacionales, que los traigan, abrirse al mundo aporta nuevas ideas. Pero primero hay que “organizar la casa” y aplicar la justicia. Desgraciadamente a la “Educación” llegó la política y también los políticos. Ellos tienen sus propias prioridades, que no siempre son las del país. Mientras “llegan los expertos”, iniciemos el debate. ¡Es un derecho de los maestros criollos, de los expertos nacionales, de las universidades y del pueblo dominicano!