La celebración del día de las madres tiene mucho eco en la sociedad dominicana y genera gran movimiento económico en el comercio formal e informal.
La maternidad predomina como símbolo cultural en nuestra sociedad y se muestra en el flujo de remesas desde el exterior. En el estudio sobre Migración Dominicana a Suiza (Petree-Vargas 2006) se presenta el esfuerzo que realiza la población migrante para ahorrar y enviar remesas a sus madres en su día.
En ese orden se encuentra el “sacrificio” que realizan algunas mujeres cuyos cónyuges europeos le prohíben el envío de remesas a su familia. Estas se dedican ocasionalmente al trabajo sexual para “conseguir unos pesos” y enviárselo clandestinamente a sus madres.
Nuestra sociedad desde su naturaleza afrocaribeña mantiene el símbolo africano-indígena de la maternidad con la presencia de la madre y abuela como ejes principales de la familia y de la vida cotidiana.
Esta alta valoración de la madre y la abuela en nuestro país convive contradictoriamente con su satanización. La familia monoparental matrifocal formada por madres-hijos/as y la familia extensa formada por abuelas-hijos-nietos de origen afrocaribeña está excluida y estigmatizada.
Lo mismo ocurre en las escuelas, el personal docente y directivo tiende a culpabilizar a la madre y a las abuelas de los problemas de rendimiento escolar, deserción y repitencia del estudiantado.
A las familias monoparentales en las que la mujer-madre asume toda la responsabilidad del hogar y de sus hijos e hijas se le denomina erróneamente “familia de madre soltera”. Convirtiéndose en un estigma social que discrimina a los hijos e hijas que provienen de estas familias con prejuicios hacia sus conductas.
Erróneamente se considera que estas unidades familiares son las responsables de la delincuencia y embarazo en adolescente, estudios realizados muestran la ausencia de relación causal entre ambos fenómenos. Lo mismo ocurre en las escuelas, el personal docente y directivo tiende a culpabilizar a la madre y a las abuelas de los problemas de rendimiento escolar, deserción y repitencia del estudiantado.
Esta visión tiene su origen en el predominio de la cultura patriarcal autoritaria que considera a la figura masculina eje exclusivo de relaciones de autoridad y estabilidad reforzada en la hegemonía religiosa católica.
Nuestra constitución se hace eco de esta satanización de la madre y abuela, niega el derecho que tienen las familias monoparentales y extensas a ser consideradas como “familias jurídicamente constituidas” dejándole este derecho únicamente a la familia nuclear (padre-madre-hijos).
La celebración del día de las madres dejará de ser una celebración ambigua y dual cuando la sociedad dominicana abandone la exclusión jurídica de las familias monoparentales y extensas, quiebre el estigma de la “madre soltera” junto a su culpabilización social y reconozca la gran presencia histórica de las familias formadas por madre soltera y sus orígenes en una sociedad patriarcal con muchos padres ausentes.
Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY