Disfrutar la alegría del momento revitaliza con creces la energía perdida por los minutos mórbidos paridos por la frustración. Y en estos días ondas alegres creadas por éxito joven, éxito dominicano, me revitalizaron.
Buenos amigos en la Fundación Innovati me invitaron a una conferencia en la FHEC, donde exitosos jóvenes empresarios compartirían sus experiencias con pinos nuevos universitarios. El auditórium, en el abrazo de apagones, brillaba con sus presentaciones.
La audiencia, los pinos nuevos, casi no se movían en sus duras sillas. A pesar del calor, de la oscuridad, de la incomodidad, perseveraron hasta el último minuto. Los jóvenes empresarios vertían, no solo experiencias sino sus propias vidas en el espíritu de la juventud anhelante escuchando palabra por palabra, siguiendo gesto a gesto.
La mayoría de estos empresarios emergieron de familias con escasos recursos pero con mucho amor y disciplina. Estuvieron arropados por una de las causantes de triunfo mas importante a nivel mundial: relaciones. La soledad mata empresarios.
Y esa familia estuvo con ellos en los duros momentos del inicio…ya sea innovando productos agroindustriales partiendo de materia prima criolla, o irrumpiendo en el difícil mundo de la publicidad, o inventando nuevas tecnologías para monitorear a distancia a los enfermos. Orgullos del país.
Doloroso escuchar sus fracasos, de lo cual dio buen ejemplo la joven imbatible. Modelo femenino para una nueva generación como lo fueran las Amaditas Pitaluga y las Faridas Dina para las suyas. ¿Fueron el dinero, o la “gracia” social las puertas del triunfo en el difícil contexto dominicano? Por supuesto, todos queremos mas dinero, o mas carisma…pero esos no fueron los factores determinantes. Jóvenes adinerados y graciosos fracasan.
Como lo resaltase el sobresaliente empresario—de la vieja guardia—Don Luis Sanchez-Noble, estos jóvenes pilares y modelos de juventud, aguantaron los golpes y fracasos sufridos, perseveraron, buscaron el conocimiento ausente frecuentemente en su totalidad, y se volcaron apasionadamente en su empeño. ¿ Y por que tenían esas virtudes empresariales? Actitud.
Un general olvidado decía que luchar en una batalla que de antemano se creía perdida, era estar derrotado antes de entrar en batalla. El autor paso de quedarse sin nada, durmiendo en el piso de un cuchitril, a recuperar mucho mas de lo perdido gracias a un milagro donde cambio su actitud.
Y esa actitud hace que las caídas sean “de rebote.” Desplomarse es fácil, alzarse mucho cuesta. Decir no puedo, nos lleva a no poder. Y la ilusión de un optimismo vacío corteja batallas perdidas. Por exceso o por defecto, siempre bordeamos el abismo del fracaso. Antídoto: actitud.
Nos jugamos no solo nuestro fracaso, también arrastramos a otros. Un valiente emprendedor especializo su mano de obra en madres solteras. Soluciono el hambre de 150 familias triunfando en el mercado.
Y en eso del mercado, en estos días, se galardono al Profesor Richard A. Thaler con el premio nobel de economía por sus contribuciones a la economía conductista (behavioral).
El, y asociados del calibre de Dan Arieli y Cass Sustein obligan re-pensar las razones de la pobreza inescapable y en las condicionantes a nuestras reacciones. Claramente, no somos monitos solamente interesados en comernos el guineo, en meter mas plata en la billetera. El medio define como reaccionamos tanto o mas que las recompensas buscadas o los castigos evitados. La pobreza es inescapable porque las rejas de sus jaulas son inquebrantables.
El medio nos empuja hacia adelante, o nos hala hacia la inopia. No existe quedarse estáticos—o escalas la pendiente o resbalas. ¿Podremos, en nuestro medio cultural, crear las condiciones propicias empoderando a jóvenes luchadores donde las fuerzas aterradoras del mercado premien su pasión, perseverancia y conocimiento, su actitud de triunfadores? ¿No solo para los excepcionalmente dotados, sino a la mayoría con actitud triunfadora?
Estos valiosos modelos enmarcados por la valiosa contribución de esta fundación y sus dirigentes nutren el crecimiento y vitalidad de estos pinos nuevos. Y así, se hace patria.