Algunas de las voces que habían mantenido cierta campañita presentando a Luis Abinader como un líder “conservador” que “ni se ve ni se siente”, ahora siguen enredados haciendo piruetas para descalificarlo porque convocó y dirigió, personalmente, una contundente manifestación popular el pasado viernes 12 en contra de una nueva reforma de la Constitución para habilitar otra repostulación de Danilo Medina.

Otros opinan que el conflicto entre Leonel y Danilo es asunto interno del PLD, un pleito en que otro, un tercero, no debe involucrarse!

Algunos olvidan que tanto en la vida privada como en la política la táctica puede tragarse la estrategia por exceso o por defecto. El pueblo dice: “ni tan cerca que lo queme, ni tan lejos que no lo alumbre”.

El reciente cerco y militarización del Congreso, incluyendo franca violencia contra legisladores es motivo suficiente para activar la movilización de ciudadanos y de políticos leales a la democracia.

Si Danilo impone una reforma constitucional para su reelección, valiéndose de medios espurios, estaríamos cruzando las puertas hacia un régimen ilegitimo, de facto; y eso no es un simple asunto interno de un partido o una garata de una pareja de vecinos.

Más aun, la actividad productiva nacional (turismo, industria, comercio, etcétera) se vería amenazada por la incertidumbre y la zozobra política.

Por otro lado, aparte el presente rollo político-institucional, la población sufre una incontrolable inseguridad en calles y hogares, corrupción mayúscula e impune, y la extrema precariedad de importantes servicios básicos, mientras, simultáneamente se consolida un modelo económico reproductor de pobreza y exclusión.

Ese ineficiente modelo es el que quieren reelegir tanto Danilo como Leonel y sería una torpeza política, permitir, por confusión táctica, que la población sea manipulada y llevada a creer que ambos aspirantes son las únicas opciones para el 2020.

En realidad el PLD y su cúpula, Danilo y Leonel, se han convertido en el principal obstáculo para el libre flujo de la política y la iniciativa económica privada de amplia escala en el país. 

Las contradicciones entre Danilo y Leonel no son ideológicas, ni programáticas, y  llevan sus propios gérmenes desencadenantes, incubados al fragor de una sórdida lucha entre dos facciones por controlar el partido, el poder del Estado y el Presupuesto nacional. 

Los peledeistas pretendían imitar al PRI de México, pero se han equivocado, olvidaron que los tiempos son otros, y que el caudillismo duradero en aquel país estaba  esencialmente basado en un partido, el PRI, no en un mismo líder o individuo.

En resumen, el pasado viernes 12 Luis Abinader actuó con determinación y lucidez, llevado en hombros de unas masas desbordantes de entusiasmo… ¡Actuó con razón y sin sobrepasarse!