Cada día se hace más evidente que a Danilo Medina y sus servidores les estremece el creciente rumor de que casi todos los partidos y movimientos políticos de la oposición, con Luis Abinader y el PRM a la cabeza, se encaminan a lograr un gran acuerdo nacional para ganar las elecciones en mayo y juramentar un nuevo Presidente en agosto del próximo año.
Además, como el que se ha dividido es el PLD y las partes siempre son más chicas que el todo, sumado al hecho de que su “penco candidato” carece de zapata e inspiración políticas suficientes como para saltar la valla del 50% en un solo intento, entonces, sudorosos, en Palacio trabajan con fuerza y recursos para confundir, dispersar y dividir a la oposición.
Sin embargo, en este nuevo escenario Luis Abinader ha hablado muy claro sobre dos aspectos estratégicos principales. Primero, que su candidatura presidencial es la única que representa esperanza real de cambio político en el corto plazo; porque, lógicamente, el cambio es cambiando, no reeligiendo o eligiendo lo mismo.
Segundo, que para asegurar la victoria en las elecciones y un cambio radical en la composición del Congreso y las alcaldías en el 2020, el PRM está trabajando con diversos sectores, partidos políticos y personalidades dispuestos a movilizarse por el rescate de las instituciones, la prevalencia de una justicia independiente y la aplicación de políticas de gobierno para el bienestar de todos los dominicanos y dominicanas y no solo de un grupito.
En otras palabras, el firme objetivo de Luis Abinader no es solo ganar las elecciones y ascender al poder, sino aplicar medidas de gobierno que eliminen de cuajo la corruptela instalada, enfrente la inmigración sin controles, promueva la creación de empleos y rescate al Estado y el presupuesto de la nación que se manejan hoy como si fueran propiedad privada del Comité Político del PLD.
Con esos propósitos en claro, Luis Abinader seguirá creciendo y ganará en la primera vuelta, porque con un PLD dividido y en sostenida reyerta, frente a la valla del 50%, Gonzalo quedará como Punta Catalina: prende y apaga, prende y apaga…