Desde hace unas tres semanas hay un tema que no deja de acaparar la atención de los medios de comunicación ni de los círculos personales: la orientación sexual del embajador de Estados Unidos. Y la verdad es que esta sociedad, y en especial los sectores más retrógrados de ella, tienen una obsesión con la sexualidad del otro. Un afán incesante de meterse en la cama del otro.
De hecho, han elevado el tema al punto de darle un carácter de problema nacional: "los valores tradicionales, la conservación de la familia, los malos ejemplos para los niños y niñas" y un largo y aburrido etcétera.
Se ha querido disfrazar el tema como una injerencia del embajador de Estados Unidos y eso podrá tener sus matices; pero todos sabemos que realmente lo que molesta y lo que causa todo el ruido es la orientación sexual del embajador.
Tenemos que hablar de los verdaderos problemas del país, rechazar el odio, la intolerancia y la discriminación, y dejar de meternos en la cama ajena
Es la homosexualidad del embajador lo que realmente enerva a una parte de la sociedad más que cualquier tipo de "injerencia". Y la verdad es que la orientación sexual del embajador no es un problema y basta ya de discriminación hacia él y hacia el colectivo LGBT.
El colectivo LGBT tiene los mismos derechos que todos y merecen el mismo respeto y el trato digno que todos.
La orientación sexual no es ni será nunca un problema. Problema es el alto nivel de violencia que padece esta sociedad. La violencia es un tema que debe ocupar las primeras planas porque es un problema muy preocupante. Muestra de esto es la muerte de una niña de 12 años por los golpes que le propinaron otros niños.
También son un problema muy serio los feminicidios. Hace pocos días un cabo ultimó a tres mujeres e hirió a un niño. ¿Por qué eso no causó un frenesí en la prensa? Esos casos son para sacudirnos, indignarnos y comenzar a discutir la violencia general y la violencia contra las mujeres que sí son verdaderos problemas.
Así también lo es la Policía Nacional y su necesaria e impostergable disolución y refundación. En el crimen contra Aquino Febrillet hay una pistola de la policía que está involucrada en el caso.
La desigualdad económica en el país es aberrante. Que un trabajador tenga un salario de RD$7,000 es injusto e inmoral. Si queremos un país más justo y que trate dignamente a los trabajadores, aparte de garantizar sus derechos, hay que discutir el aumento considerable de los salarios.
Tenemos que hablar de los verdaderos problemas del país, rechazar el odio, la intolerancia y la discriminación, y dejar de meternos en la cama ajena.