Con cohetes de juguete, armas de infantería ligera y cercados permanentemente por aire, mar y tierra, unos pocos miles de hombres no pueden compararse con una maquinaria militar equipada gratuitamente por los EEUU con la tecnología y el armamento mas moderno desde escudos antimisiles hasta  bombas atómicas. Miles de tanques, helicópteros, aviones de última generación, cohetería, radar, satélites, en fin, no hay equipo en el arsenal militar americano que no haya sido facilitado a Israel. Y Estados Unidos lo hace a sabiendas de que esas armas se emplean para asesinar niños, mujeres, civiles y naturalmente militantes. Hamas no puede derrotar militarmente al ejército israelí  en Gaza pero logra humillarlo moralmente, desenmascararlo políticamente y aislarlo internacionalmente. Nosotros, desde tan lejos de esa tragedia, podemos y debemos celebrar la valentía palestina y ayudar a la causa de su liberación.

Los descendientes de antiguos judíos perseguidos, víctimas del racismo y de la intolerancia se han convertido en verdugos, racistas y asesinos. Los judíos de antes que lucharon por un hogar y muchos de los cuales abrazaron el socialismo de los primeros años, ya no existen o su importancia está grave e irrevocablemente disminuida. Pero es una ironía terrible, sangrienta y trágica. El nacimiento del Estado de Israel fue, tanto el producto de maniobras diplomáticas orquestadas por los británicos y judíos influyentes como de la existencia de un clima de opinión pública internacional favorable que veía con buenos ojos que un pueblo que tanto había sufrido bajo el fascismo y tanto había sido victimizado por los pogroms en Europa del este tuviera la oportunidad de una patria, un hogar de donde no pudieran expulsarlos.

Esa simpatía que sentíamos hizo políticamente posible que la ONU conociera y aprobara el establecimiento en Palestina no ya de un hogar judío como se había acordado en la Declaración Balfour de 1917 sino de un Estado Judío en mayo de 1948. Aunque todo era en esencia ilegal porque los británicos, como invasores y ocupantes de facto no tenían derecho a entregar a otros la tierra que no era de ellos, el mundo no reparó mucho en la ilegalidad de la acción porque después de todo, eran pastores, beduinos y gente atrasada quienes ocupaban esas tierras y, muchos dueños originales habían vendido de buena gana fincas y parcelas a los sionistas quienes desde principios del siglo XX compraban tranquilamente tierras y hacían calladamente asentamientos. Nadie pensó que las victimas se convertirían en victimarios.  La advertencia de la misma Declaración Balfour que obligaba a respetar la religiosidad y los derechos de la población nativa de Palestina sería ignorada por completo. Hoy el régimen de apartheid en Israel declara que no cederá a la presión ni al reclamo internacional para que cese la agresión y el genocidio contra los palestinos. Desprecian la misma opinión pública que sirvió para hacer el Estado de Israel posible.

La lucha del pueblo palestino por su derecho al trabajo, al agua, al libre tránsito, a tener una patria que reciba a los expulsados de la Nakba, la lucha de los jóvenes y de los viejos por su dignidad, por salir de los campamentos de refugiados donde los almacenan a la fuerza como animales, la lucha de los palestinos contra el racismo, la exclusión y el despojo de sus tierras por los sucesivos gobiernos israelíes que las entregan a sus colonos, esas luchas que han ensangrentado a varias generaciones de palestinos y manchado calles y caminos fueron durante muchos años desacreditadas, ignoradas, incomprendidas. Los palestinos sufrían doblemente: la opresión israelí adentro y la discriminación afuera. Eso ha cambiado y mucho. Continua cambiando pero nadie sabe cuantos miles mas habrán de morir para que cambie por completo.

La vieja idea de que Israel era el bueno y los palestinos los malos ha perdido vigencia. Aunque la propaganda israelí y de sus aliados es apabullante, mundial, incesante, abrumadora, los hechos, desde hace años, cuentan otra historia.  Hay otra narrativa, una verdad que ha ido emergiendo entre las grietas de un relato israelí que no compagina con los hechos. Difundir esta verdad, promover conductas de repudio, aislamiento y boicott contra Israel, sus productos, sus gestiones, su propaganda, su presencia es nuestra mejor manera de ayudar al pueblo palestino a resistir.

Dentro de la comunidad judía internacional esta abierta y es ostensible una separación cada vez mas profunda y radical entre defensores y adversarios de los crímenes de lesa humanidad cometidos por Israel en nombre de todos los judíos dentro y fuera de Israel. Desde dentro de la comunidad judía se ha extendido un reclamo que los dignifica y libera: El Estado de Israel no nos representa, no aceptamos sus políticas en nuestro nombre ni cargamos con la culpa de sus crímenes. “Not in our name” claman. Artistas, académicos, científicos, rabinos, deportistas, empresarios, periodistas, pensadores, militares y civiles de todo el mundo han ido, poco a poco, sumándose a la denuncia de los crímenes de Israel.

Cristiano Ronaldo, uno de los mas grandes jugadores de futbol dio un buen ejemplo recientemente. Tras un partido y según la costumbre, los jugadores intercambian camisetas. Al jugar Portugal Vs. Israel Ronaldo quien jugaba para el equipo portugues se negó a cambiar su camiseta con otro jugador israelí diciendo: No intercambio camiseta con asesinos. Nosotros, sin se estrellas de futbol, debemos ser parte de ese boicott, de esa denuncia y clamar en todos los foros por la ruptura de relaciones de cualquier tipo con Israel.