A pesar de la gran admiración y la coincidencia en las ideas que se establece desde el primer contacto entre Nietzsche y Dostoievski, a una persona que no conozca mucho sobre la forma de vida del pensador alemán, en los últimos diez años de su vida lucida, parecerá sumamente extraño, si observamos con cuidado las obras que componen su biblioteca, que no encontremos en ella un solo libro de Dostoievski.
Acontece, que Nietzsche era un ser enfermizo y trashumante, que cada tres meses cambiaba de domicilio por la mutación del clima en las regiones que acostumbraba a frecuentar durante las diversas estaciones del año debido al efecto que tales mudanzas producían en su salud, estuvieran estas zonas al nivel del mar –como Génova o Niza o en zonas boscosas como diversas regiones alpinas de Suiza.
Su salud dependía de un clima de baja humedad, dominado por un fresco nivel en la temperatura. Necesitaba vivir en un entorno libre de ruidos intensos, en que predominara un ámbito sonoro en que prevaleciera la paz y el sosiego de los rumores de la naturaleza.
Además, sus ojos, afectados por una miopía extrema y una sensibilidad intensísima a la luz le exigían moverse en un grado de iluminación umbrosa que lo protegiera del rigor de una impetuosa claridad, que no podía resistir sin padecer desoladoras jaquecas que lo postraban en cama por varios días. Esa era la causa fundamental de su continuo traslado de una localidad a otra.
Por tal razón, al ser un hombre doliente que viajaba solo, no podía transitar sino ligero de equipaje. Los libros que necesitaba leer para continuar o documentar sus investigaciones los buscabas en las bibliotecas de los lugares donde se alojaba, y si en estas no aparecían intentaba ubicarlos en las librerías locales, o pedía que se los localizara a su amigo Frank Overbeck, en préstamo en bibliotecas universitarias de Suiza, pues este permanecía como catedrático y funcionario de la Universidad de Basilea.
Fue por uno de estos medios que Nietzsche consiguió las obras de Dostoievski que llegó a leer.
Aparte de la disparatada traducción del desarticulado volumen, que según reseñamos en un artículo anterior, era la versión francesa de las Memorias del subsuelo, puedo asegurar, al tomar en cuenta los testimonios que aparecen en su correspondencia así como las citas que copia y forman parte de los tres últimos volúmenes de las obras completas dedicadas a recoger y organizar los fragmentos póstumos que incluyen los años del 1885 al 1889 recolectados en el volumen VIII, tomos I, 1885-1887; II, 1887-1888, y el III, 1888-1889, de la edición de los filólogos italianos Colli y Montinari.
Podemos afirmar hoy, con seguridad, que Nietzsche leyó del autor ruso, además de muchos de sus cuentos, las novelas, Humillados y ofendidos; Memorias de una casa de muertos; El idiota y Los demonios. Mientras parece con certeza que no llegó a ojear ni El adolescente ni su última gran novela, Los hermanos Karamasov.
Entretanto, las obras a que dedicó una lectura de gran intensidad fueron, sin lugar a duda, El idiota y Los demonios.
Si examinamos con suma atención los fragmentos incluidos en el tomo II del volumen VIII, que abarcan los años 1887-1888, encontramos que en esas páginas hay notas, reflexiones y citas sobre temas tocados en ambas obras. Estos comentarios suman alrededor de doscientas páginas de la edición italiana en octavo. Esto representa la plena extensión de los cuadernos de notas que utilizaba el filósofo numerados con la siclas: [10 – W II 2. Autunno 1887] y el [11 – W II 3. novembre, 1887 – marzo 1888].
Además, en el siguiente tomo III, aparecen múltiples notas sin continuidad inmediata, que se refieren a asuntos tratados por el escritor ruso y reflexiones de Nietzsche al respecto.
En los tomos señalados el tema predominante es el nihilismo. Consiste en una investigación que trata este asunto tocando varios asuntos correlativos, tales como el asunto de la decadencia, el pesimismo, el problema histórico del surgimiento del cristianismo, una crítica ideológica de la cultura francesa de esa época, el significado intrínseco e histórico de la figura de Cristo, el significado de la muerte de Dios y de los dioses en general y el análisis y la crítica de los personajes que pueblan las novelas, El idiota y Los demonios.
Sobre esta última obra trata de casi todos los personajes principales: Alekséi Nilych Kirilov, Iván Pávlovich Satov, Nicolái Stravrogin, Pietr Stepánovich Verjovenski, la sarcástica y cruel caricatura de Turguenev, Semión Yegórovich Karmazínov, y el bizarro y enloquecido teórico social Shigaliov,
quien basa su doctrina en una escalofriante visión que resume en breves palabras: Mi conclusión, dice, contradice abiertamente la idea inicial. Partiendo de la libertad ilimitada, he llegado al despotismo ilimitado. El noventa por cierto de la sociedad debe ser esclavizado por el otro diez por ciento. La igualdad del rebaño es verse reforzado por las tácticas del estado policial, el terrorismo de estado, y la destrucción de vida cultural, artística e intelectual. Se estima que más de cien millones de personas tendrán que ser asesinadas de camino al objetivo. [Dostoievski: Los demonios, 2016, trad. Fernando Otero, p. 457, Editorial Alba]. ¡En que profeta se transforma Dostoievski aquí, sobre el terror leninista y stalinista!
La quintaesencia de la reflexión de Nietzsche en estos apuntes se basan en tres observaciones. La primera, sin pretender establecer un orden por su relevancia para el filósofo, es la que acabo de citar. Con ella intenta señalar hacía donde conduce el llamado nihilismo ruso, que en primer lugar designa y describe Iván Turguenev, en su obra maestra Padres e hijos.
Con esa obra Turgunev traza el hilo conductor de toda la novelistica rusa que inicia desde el año 1860 hasta el del asesinato del Zar Alesandr II, –conocido como el zar libertador por haber emitido Ukaze, el decreto-ley de la liberación de los siervos–, en 1881, año en que mueren tanto Dostoievski el 9 de febrero, como el Zar, el 13 de marzo.
Toda la novelistica rusa de esa época asume ese tema como el eje de su trama –la relación incompatible entre padres e hijos–. La trama consiste sobre cuál puede ser la causa que padres liberales y considerados como seres inútiles e indiferentes frente al abuso a que somete a su pueblo el zar, que abandonan todo ideal moral y solo dedican su existencia a la bebida, a los viajes al extranjero, al maltrato a sus siervos, a violentar y estuprar a las hijas de estos, mientras que la nueva generación nace y se forma rebelde y nihilista, con una vocación terrorista, asesina y sin principios.
Si observamos las más importantes obras de Dostoievski, el tema fundamental que las domina es cómo se manifiesta ese tipo de relación según las diferentes familias que le sirven de origen a los principales personales.
Crimen y castigo, presenta la figura del nihilista asesino arrepentido en los albores de la aparición del capitalismo en Rusia. En Demonios se relata el complot de Bakunin y Nechaev para establecer un estado totalitario y criminal. Además intenta crear una caracterología de diversas personalidades sin valores ni principios. Igualmente están presentes las reflexiones del autor sobre las causas, consecuencias y finalidad de esta forma de ser. Esto tambien se repite en El adolenscente, y en los Hermanos Karamasov.
Por igual, todas las novelas de Turguenev desde la mencionada hace un momento hasta las últimas, Humo y Tierras vírgenes van presentando –in crescendo– un tipo de nihilista cada vez más desarticulado, inhumano, violento, insensible y sin otro objetivo que realizar la revolución a toda costa, insensibles al dolor humano.
El segundo tema que identifica a Nietzsche con la novelistica de Dostoievski es el problema de la personalidad y el significado de la figura de Cristo, atiende determinar cuál es el significado de su doctrina y su muerte, sobre el sentido de la redención del ser humano y resulta capital el tratamiento de la cuestión de la muerte de Dios y el alcance y significado de la nada.
En el vol. VIII, III, p. 21, de la traducción italiana, podemos encontrar una referencia clara sobre esa cuestión: … el pesimismo de Schopenhauer, por ejemplo, e igualmente aquel de De Vigny, de Dostoievski, de Leopardi, de Pascal, aquel de todas las grandes religiones nihilistas (brahmanismo, budismo, cristianismo –se pueden llamar nihilistas por haber glorificado, todas, el concepto opuesto a la vida, la nada, como fin último, como sumo bien, como Dios). [Traducción LOBF ].
Los pesimistas modernos como decadentes: Schopenhauer, Leopardi, Baudelaire, Mainländer, Goncourt, Dostoievski. Es decir, como nihilistas. [Traducción LOBF ].
El tercer eje problemático que identifica el pensador alemán con un tema determinante para los escritores rusos, Nietszche lo identifica con una paráfrasis de gran pertinencia y cuyo expresión está en la novela, Los Demonios. Cito el fragmento nietzschiano por su concisión. Dice: El inicio del nihilismo: la separación, la ruptura con la tierra natal que comienza con el alejamiento del país y que termina con la caída en la nada.
Pero, por razones atendibles ahora, este asunto lo desglosaré en el próximo artículo.