La violencia en todas sus modalidades tiene a la sociedad dominicana en un estado de crispación social casi permanente, de ánimos consternados, de inseguridad y de paranoia. No transcurre una semana sin que los medios cesen de publicar una nota de hechos sangrientos y negativos en términos de atracos, asaltos, asesinatos, robos, escalamientos, violación, riñas, ratería y otros delitos financieros conexos.
Ese estado de miedo, temor, inseguridad individual y familiar que mantiene en zozobra a amplios segmentos sociales en casi todas las vías públicas, hogares y negocios legales del país no ha sido fruto único de los delincuentes que han robado la paz y la tranquilidad al país, aprovechando el descuido de las autoridades, como sugiere el dirigente político opositor reformista Federico Antún Batlle, en declaraciones la víspera en la edición digital del diario El Caribe.
El sindicato criminal y mafioso que se ha robado la paz del pueblo dominicano no está sólo entre la delincuencia común, el sicariato, el narcotráfico o la negligencia del Gobierno. Lo integran la clase política irresponsable y corrupta que ha secuestrado a este noble pueblo, y quienes en contubernio con elementos del sector privado juegan con los bienes públicos en empresas estatales como si se tratara de una piñata al mejor postor y “a la garata con puño”, montados sobre el caballo de la corrupción que tantos y pingües beneficios ha dejado a todos y a todas durante muchos años en este maltratado país.
Entre sus miembros más distinguidos de esta “camorra criolla” sobresalen herederos políticos que desde antes y después de la caída de la Era de Trujillo hasta la fecha, con raíces ytroncos de estirpes nobles y rancias familias,son las que durante más de 50 años de estabilidad democrática han optado por saquear las arcas públicas, corromper las mejores intenciones y doblegar interés públicos para imponer sus apetitos individuales, familiares y político-corporativos a despecho de los miserables y sus necesidades impronunciables y ofensivas.
No, señor Antún Batlle. Usted y otros de su estirpe en todas las parcelas política no tienen derecho a quejarse. Por el contrario, han vivido muy bien por mucho tiempo y deben un mea culpa a este pueblo por su estruendoso fracaso en frenar a sus delincuentes internos, ¿se acuerdan de la Banda Colorá, el pasado siglo?
Algunas de las acciones violentas combinadas que también han robado la paz a la ciudadanía están la elevada tasa impositiva al comercio, los evasores de impuestos en los muelles y aduanas, los bancos y financieras desfalcadas, fondos que no devuelven a sus clientes, las exoneraciones y dineros públicos regalados a los partidos políticos, los terrenos robados al CEA, los hospitales sin medicamentos y los salarios miserias al personal médico, militares, maestros, enfermeras, policías y civiles.
Además, los que han prostituido a las familias, quienes promueven el turismo sexual, la presente y eterna burocracia en oficinas públicas, el macuteo, el irrespeto al semáforo en rojo, los negocios que no devuelven el cambio al cliente ni pagan el IVA, las fábricas de ron que han envenado el cerebro y el alma de miles de ciudadanos,las bocinas infernales del negocio de al lado, del “drink”, del colmadón cervecero o del vecino egocéntrico que no respeta el derecho de los demás al descanso necesario nocturno o matutino, o ignora la prudencia del buen vivir solidario, así como la persistente negativa del sector privado para aumentar los salarios a muchos empleados cuya condición de vida excede sus posibilidades.
No, señor Antún Batlle. Usted y otros de su estirpe en todas las parcelas política no tienen derecho a quejarse. Por el contrario, han vivido muy bien por mucho tiempo y deben un mea culpa a este pueblo por su estruendoso fracaso en frenar a sus delincuentes internos, ¿se acuerdan de la Banda Colorá, el pasado siglo?; en proteger la paz, la alegría y la solidaridad de un pueblo ahora acorralado en una orgía de sangre, alcohol, drogas, inmoralidad, corrupción, violencia, desconfianza y armas de fuego, y que una vez disfrutó de la tranquilidad y la seguridad pública y privada que ahora se diluye en el horizonteal parecer en medio del sálvese quien pueda.
Si se ha de decir la verdad, que ésta sea dicha completa o mejor callar. El pueblo dominicano de hoy no tiene paz, y donde no hay paz no hay futuro, porque se la robaron los políticos. Los del PLD, los del PRD, los del PRSC, y todas sus rémoras, parásitos y corruptos, los que crearon las condiciones. Felucho Jiménez abrió hace poco un resquicio en ese sentido, al referirse a los “pocos ladrones” dentro del partido en el poder en el caso de la Vía del Coral y Odebrecht. Ese es otro capítulo entre políticos.
Los delincuentes, sicarios, narcotraficantes violadores, timadores, ladrones, atracadores, asesinos, asaltantes, trúhanes, falsificadores, pedófilos, y otras especies delictivassociales que azotan el país llegaron mucho después, cuando el terreno ya se hallaba abonado por los corruptos políticos y corporativos, para imponer el reino infernal de sus fechorías que hoy perturbana todos sin excepción, con el miedo, el terror y la zozobra. ¿Hasta cuándo…?