Con los polvos que el Padre Alberto dejó desparramados en las playas de Miami se han levantado alergias, ronchas y preñeces, pero sólo en las pieles de católicos latinos norteamericanos y de América, pero jamás aquí, donde todo permanece en la paz del señor, en digna santidad, como inocentes mariposas.
En su libro, "Dilema de un padre: fe y amor" (o "De cómo Alberto mordió al pájaro bueno" ) afirma el padre que: "Hay tantos homosexuales, tanto activos como célibes, a todos los niveles de clero e Iglesia, que la Iglesia nunca podría funcionar si los excluyeran a todos del ministerio". Rebájele algo Padre Alberto ¿y son tantos? ¿Acaso insinúas que la Iglesia está "partida": machos y avecillas?
Pero Alberto, aunque no lo dices en tu libro, ¿acaso te acosó algún cura cuervo cuando estabas en el seminario? Pero tú que conoces las entrañas de la Iglesia, quieres decirnos entonces que más de la mitad de sus ex compañeros de altar son pájaros volanderos. Alberto, con todo el respeto, pero me niego a aceptar tus juicios, yo siempre he creído (y lo confieso a pena de irme al infierno) que Cristo vino a fundar una iglesia universal y no una Pajarera, como tú lo has dicho.
Ahora bien, lo que no entiendo es aquello de que existen "Pájaros Célibes". No creo que quieras decir que son "vírgenes himenales", es imposible, todos perdemos ese himen sobre un pamper, en la evacuación primigenia, horas después de haber chupado nuestra primera teta lechera.
Según parece, has dejado la fe y estás en la Ciencia; has descubierto una nueva especie de "pájaro sacerdote" que la ciencia ha de llamar "Avecillus ecclesiae inocentus", porque, a diferencia de los "homosexuales activos", éste no suele volar por el tabernáculo del templo. Alberto, ¿será cierto que tu nueva especie de "ave bípeda implume" jamás mete su pico en frutos sanos sino en podridos?
Así, la Iglesia, después de exhibirte por doquier como su buque insignia "Alberto", en cuestión de un santiamén un jodido paparazzi te llevó a pique: te encontró de proa, frente a la popa de una mujer que frecuentemente "anclabas" en una playa de hostias. Pero no debiste romper tu voto de castidad, debiste optar por un mal menor y dejarte asistir por tus cinco dedos.
Por lo que veo, ¡y que Dios me libre de criticarte!, dejarás muchos polvos esparcidos en el camino de tu humana vida .Pero debes saber, para consuelo, que de curas polvorientos como tú (y de sus ilustres hijos) está repleta la historia clerical de nuestra colonia y república de Quisqueya .
Definitivamente, después de haber leído el libro donde justificas tus pecados y denuncias a tu Iglesia, podemos decir que tus polvos empreñan hasta al más santo de los obispos de nuestra amada Iglesia.
Pero no te preocupes Albertico, para "jondiarte" en el infierno dantesco primero tendrán que excomulgar al más terrible de todos (aunque prepagó indulgencias a granel, tenía plata el pendejo), al mexicano padre Marcial Maciel y sus Legionarios de Cristo, éste ilustre prelado (que tenía varias mujeres) daba la proa y la popa indiferentemente, (¡qué bárbaro!) y como buen pederasta solía violar hasta a sus propios hijos.
Total, a ti no te toca grande castigo, quizás un buen pescozón; lo tuyo fue un simple beso de amor que le diste al "pájaro bueno" de tu amada, y no aquella felación paradisíaca que ensució al mundo entero, la que le regaló Eva a su querido Adán, la "Mamada Primigenia". Sí. ésa misma, la que pintó Miguel Ángel en la Sixtina, "El pecado original y la salida del paraíso". Alberto, búscalo solito, o clica aquí para que veas con tus propios ojos lo que pintó Miguel Ángel: Miguel Angel el bellaco
Total, al fin, como todo sacerdote brujo moderno, Alberto terminó echando polvitos como hombre verdadero (como muchos de aquí) y no como una hipócrita "Avecillus ecclesiae inocentus ", de esas que vuelan impugnes por los altares de Higuey dejando caer sus porquerías sobre los muchos buenos sacerdotes pudorosos que viven avergonzados de estas cosas que escribo. Pero no te llevaste de lo que les dicen a todos ustedes en el "semi": El peor pecado es la imprudencia. Si no te hubieses exhibido en un sitio público con ella, todavía estarías en la Iglesia repartiendo tus santas bendiciones, con cientos de viejas viudas ricas atrás dándote su dinero.
Padre Alberto, no te preocupes por tus vaivenes existenciales, porque ya lo dijo Cicerón: «Jamás un hombre docto llamó inconstancia a un cambio de parecer».Y menos tú, que preferiste los olorosos mariscos que tiene el "pájaro malo en su pájaro bueno".
Te felicito Alberto, pero ten mucha cuenta con Satanás, sí, el que nos envío a la mujer, el que nos vive acechando a todos. Cuídate, por no mantenerte casto y estar regando polvitos has caído en un gancho peor, porque a esta mujer (que no es ya la Iglesia) tendrás que chupártela por el resto de tu vida, será tu peor castigo; y si continuas loqueando y la cambias por otra mujer, otro demonio vivirá contigo. (http://guidoriggio.blogspot.com/ ).