El año 2018 nos coloca en un peldaño más del Siglo XXI, época caracterizada por los avances del conocimiento; y por los grandes hitos científicos y tecnológicos ocurridos en su trayecto. Este es un siglo que presenta el mundo como aldea global cada vez más vecina; y por ello las distancias están desdibujadas manifestando que no tienen límites. Es un siglo que nos coloca, también, en contacto con nuevos lenguajes y nuevas prácticas; nos vincula directamente con el auge de las industrias culturales, cada vez más pujantes y con incidencia en el desarrollo económico mundial. Asimismo, es un tiempo en el que la información y la comunicación revolucionan las relaciones entre los pueblos, entre las personas y entre las instituciones. La información y la comunicación nos ofrecen la oportunidad de conocer cómo funciona el entorno más inmediato y el más lejano. Nos impelen a una actualización constante de los hechos; y de los acontecimientos locales, regionales y globales.
Estamos en un mundo cambiante; y estos cambios impactan la vida de las personas y de la sociedad. A juzgar por los Resultados de la Evaluación Diagnóstica Nacional de Tercer Grado de Educación Primaria 2017, los niños de tercer grado de República Dominicana están participando de un siglo anterior al XXI; y, por tanto, están en otro mundo. Los resultados indican que los niños tienen graves problemas en Lengua y en Matemática. Estos niños no saben leer, no saben escribir, no saben realizar las operaciones fundamentales de la matemática. En estas condiciones, estamos hablando de tres años perdidos que son irrecuperables. Además del gasto que ha supuesto el trabajo de estos tres años, se han perdido los esfuerzos de las familias y de los ciudadanos que pagan impuestos para ello. Ante esta brutal realidad, cabe preguntarnos: ¿Quién le va a resarcir estos tres años perdidos a los niños? ¿Quién va a reponer los gastos y los esfuerzos invertidos en estos tres años? ¿Quién le va a restaurar a la sociedad dominicana el atraso en la que la han sumido? Se impone un mayor respeto para los niños y para las familias dominicanas. Este respeto es cada vez más difícil en nuestro contexto, en el que los gobiernos se distraen y nos distraen con gastos excesivos en autoelogios; con panegíricos insustanciales y con montañas de cemento.
El presente y el futuro de la República Dominicana ya no están amenazados, están gravemente enfermos; porque los niños de tercer grado están al margen del ritmo y de los avances de este mundo en el que viven sin vivir. El Ministerio de Educación de la República Dominicana está compelido a una acción pensada y rápida para darle una dirección calificada al trabajo que se ha de hacer en el tercer grado y en todos los grados. La mejor estrategia tiene como componentes gestores lúcidos y responsables; formación procesual de profesores investigadores; la práctica reflexionada como foco de atención y acompañamiento; condiciones humanas y académicas óptimas para estudiantes, profesores y familias; y un Ministerio de Educación centrado en su tarea, como exige la Ley 66-97 y como necesita la sociedad. Los niños de tercer grado son sujetos de derechos con derechos. Sus derechos han sido burlados.