Muchos de nosotros pasamos por una formación complicada en los años 80s y 90s, era una época de escasez en la República y realmente nuestros padres, en su mayoría vivían y sobrevivían en esa escasez, eso se traspasó a nosotros y de qué forma.

Ninguno de nuestros padres fue consciente de esa influencia, la absorbimos. Y hoy hemos hecho ricos a los psicólogos con las necesidades que tenemos como generación. En general lo que más nos ha influenciado ha sido la falta de valor personal que sentimos frente nuestros proyectos y nuestra vida personal.

Tenemos una falta de confianza entre los huesos y nos sentimos insuficientes, pensando que nos falta algo para lograr lo que sea que queramos. Esa sensación de que nos falta un poco más, para lanzar una empresa, crear un producto o cambiar de trabajo. Y no es que debamos hacer las cosas a la ligera, pero nos preocupamos demasiado por hacer las cosas con demasiada calidad, cuando lo importante muchas veces es iniciar, tirarnos a la piscina, aunque no sepamos nadar muy bien.

¿Pero dónde está realmente el problema? Porque se nos hace tan difícil quitarnos de encima todos esos temas y lanzarnos a hacer cosas, sin pensar tanto en cómo terminarán. ¿Cómo podemos hacer eso?

Pues la respuesta no es compleja, a pesar de que lo tenemos arraigado, metido entre pecho y espalda, tanto como un ojo, una pierna, o una mano, y parece y aunque parezca casi imposible desprendernos de eso, no es tan imposible.  Llevo años analizando este tema, me he dado cuenta, que el asunto está en interiorizar. En analizar nuestros preconceptos, y concepciones sobre la realidad y de cómo valoramos esa realidad en la que hemos vivido siempre. Cuestionarnos cómo y por qué tratamos a nuestros amigos, y familiares de la manera que lo hacemos.

¿Por qué nos comportamos socialmente de la manera que lo hacemos? ¿Cómo juzgamos y valoramos a las personas, o qué realmente valoramos de ellos?. El primero paso es reconocernos, vernos por dentro de tal manera que descubramos, el porqué de cada cosa que pensamos y hacemos. Realmente no es una tarea fácil. Lleva tiempo pero como vale la pena.

Nuestras marcas son el resultado de lo que nosotros somos, si aplazamos el tiempo de reevaluar quienes somos, probablemente nuestra empresa sufrirá esas consecuencias, y sea tarde lograr un cambio. Podemos alejar con nuestras actitudes muchos negocios, proyectos y personas. Solo por el hecho de no cambiar nuestros puntos de vistas, ser inflexibles, cerrados, con miedo al error, con miedo al cambio.

Creo muy seriamente, que luego de mucho dolor en reconocer que nos somos tan grandes ni tan talentosos como una vez pensamos, viene una etapa de mucho reconocimiento personal, donde comenzamos a amarnos, tal cual somos, humanos. Los estereotipos con los que nos criaron se esfuman y comenzamos a apreciarnos por lo que verdaderamente valemos. Valor que muchas veces es mayor en el sentido humano que teníamos de nosotros. Lo mejor de este proceso de crecimiento es conocernos y crecer espiritualmente, intelectualmente y socialmente, ese diría yo es el gran premio de aceptar quienes somos.

Una vez, ocurre esto, comienzan a llegar ideas y proyectos que los vemos con ojos sanos, sin prejuicios, solo abrazando con agradecimiento lo que cada iniciativa nos trae y confiar que cuando nos abrimos al mundo, el mundo conspira para nosotros.

Disfruta y crece.

 

Roxanna