La vida social en el mundo de hoy no puede concebirse al margen de los medios de comunicación. Son ellos nuestros ojos y oídos de lo que acontece en la sociedad. Es tan vital el poder de los medios de comunicación, el paradigma mediático, que lo que no se visibiliza a través de ellos es como si el hecho o el fenómeno no hubiese sucedido. Parecería que la noticia, la información, divulgada en los medios es la esencia y no la expresión del acontecimiento. Es tan dramática su importancia que nos hace confundir las causas y sus efectos. La información es el efecto del hecho. Parafraseando a Niklas Luhmann “no hay más realidad que aquella que aparece”.
En gran medida el poder de los medios de comunicación diseña la realidad creada. Elabora en la mente de cada uno de nosotros la “materialidad” de una existencia, construida a fuerza de reiteración, de distorsiones, de manipulaciones, de invenciones, de falsificaciones. Los medios de comunicación, hoy en día, constituyen un sistema social, y, en tanto que sistema, su objetivo no es la búsqueda de la verdad sino la información y ésta información es lo que produce, sobre todo, en la sociedad de la Red, la escenificación de lo nuevo a través de la mirada de la realidad en la “construcción” de un marco de eventos que derivan en noticias, con las consecuencias de las opiniones, de los juicios de valores. La opinión pública queda desmadejada por la opinión publicada.
La sociedad mediática lo galvaniza todo, en tanto que “sistema social”, importantiza la realidad, la jerarquiza y suple el rol de simbología social y de poder. Como diría Manuel Castells “el poder se basa en el control de la comunicación y la información, ya sea el macropoder del estado y de los grupos de comunicación o el micropoder de todo tipo de organizaciones. El poder de la comunicación está en el centro de la estructura y la dinámica del poder, en la sociedad”.
En la sociedad dominicana existe el acceso a la información y en gran medida se expresa el pluralismo informativo; sin embargo, la gran mayoría son agresivamente parciales, perdiendo ostensiblemente la objetividad y el verdadero sentido de la profesionalidad y de la ética. No tienen límites “en la capacidad para modelar la mente”. Validan la necesidad de la persuasión mediática para que el eje de la dominación, acuse un canal expedito y normal.
Dado que el avance de la sociedad en la ruptura del miedo, prologada a partir del 1978, la coacción como instrumento de dominación no cobra cuerpo en nuestro tejido social, sobre todo en los estratos sociales medios y altos, el aparato mediático se instala para la resignación y en consecuencia dejar atrás el hecho consumado, sin el más mínimo abono de consecuencias
En ningún momento de nuestra historia post trujillista los medios de comunicación, en su inmensa mayoría, habían jugado un rol tan estelar en la consagración y consolidación del statu quo y en la armonización del poder establecido como punto cardinal de las relaciones de poder. Ora por convicciones ora por intereses corporativos y particulares, ellos reflejan no el punto de equilibrio, de contrapoder, para mantener el poder, que paute reglas en la frontera de las instituciones, basamentadas en la bandera de los valores de la democracia.
El poder político en dominicana, sabedor que es tan solo una esfera, una dimensión del mismo, se articula sabiamente con el poder de la comunicación para afianzar, en gran medida, las relaciones de poder. De allí, que nadie como ellos en estos 12 años han podido cooptar, neutralizar y desfigurar a periodistas/comunicadores. Nadie como ellos ha dibujado la imbricación de: Cognición, emoción y política. Han entendido, a través del aparato ideológico más dinámico de la actualidad, que las relaciones de poder “se construyen en la mente a través de los procesos de comunicación. El grupo en el poder asimiló que “La política mediática es la forma de hacer política en y a través de los medios de comunicación y que los medios de comunicación constituyen el espacio donde se crea el poder; allí donde se deciden las relaciones de poder entre los actores políticos y sociales rivales”.
Veamos el papel de la prensa con todo el desgarrador proceso electoral del 15 de mayo y la fanfarronada del actor principal de la Junta, por medio de los ojos de un editorial, de un diario tradicional “LO QUE NOS CORRESPONDE … El presidente de la Junta Central Electoral, doctor Roberto Rosario, había prometido con mucha seguridad que los resultados de las elecciones recién celebradas en el país serían dados a conocer el mismo día 15 de mayo, antes de la medianoche. Esa afirmación constituía un reto sin precedentes que se imponía a sí mismo el citado funcionario, pues sabido es que, lejos de cumplirse, lo habitual entre nosotros ha sido una prolongada y a veces angustiosa espera por esos resultados oficiales. La promesa de Rosario no se cumplió, pero hay que decir a su favor que él mismo anuncio, en tiempo oportuno, el incumplimiento de su promesa anterior, desde el momento en que se hicieron acuerdos con los partidos políticos que entrañaron cambios en los procedimientos y formas de contar los votos darlos a conocer a la ciudadanía, De todos modos, los resultados electorales se están conociendo con aceptable celeridad y sin que hasta ahora, se hayan producido importantes reclamos”.
Conmovedor, nada se dice de que han sido las elecciones peor organizadas desde el 1996, que al escribir este artículo habían transcurrido 5 días de las elecciones, iban por el boletín 9, con el 92.89% de los votos computados y 124 municipios. Que en el 90% de los colegios se encontraban los auxiliares técnicos; que en un 62.4% de los colegios hubo anomalías en el escrutinio de los votos; el dispositivo de registro de concurrentes faltó en un 29.3% de los colegios; la unidad de conteo de votos automatizados fue de 27.4% en los colegios. Todo esto, según el Tercer informe de la jornada de votación de Participación Ciudadana. El Presidente de la Junta asumió un rol deprimente para tan alto cargo, donde él era el árbitro. En fin, las elecciones más desastrosas que hayamos asistido en los últimos 20 años.
Si el Presidente Medina Sánchez no hubiese ganado con tan alta holgura con el más cercano adversario, aquí se habría producido una crisis política peor que en el 1994 por el mal desempeño de la Junta Central Electoral. No obstante, los medios de comunicación no pusieron en su justo contexto toda la gravedad a que pudimos vernos abocados.
Con mucha propiedad Marshall Mcluhan ya decía que los medios de comunicación tienen efectos “el medio es el mensaje”; vale decir, la naturaleza de los mismos en una sociedad influye en la estructura de ésta mucho más que los contenidos o mensajes que dichos medios transmiten. Es lo que vemos de manera cotidiana, aquí y ahora.