El caso de corrupción más conocido de la historia de la humanidad es precisamente el perpetrado por uno de los 12 apóstoles de Jesús quien fungía de tesorero, Judas Iscariote, quien lo vendió por 30 monedas de plata a los sumos sacerdotes judíos.
Asimismo, la sentencia más injusta de la historia fue la que por irresponsabilidad, complacencia y cobardía dictó Poncio Pilato, prefecto de Judea, quien a sabiendas de que Jesús no era culpable de los cargos que le imputaban, decidió complacer a los judíos en la víspera de la Pascua, liberando al criminal Barrabás y condenando a muerte en la cruz al Salvador de la humanidad.
En nuestro país, a pesar de la reforma constitucional del año 1994 que modificó el modo de designación de los jueces de la Suprema Corte de Justicia, para que en vez de ser electos por el Senado lo fueran por una nueva institución el Consejo Nacional de la Magistratura, y a pesar de la reforma del Poder Judicial iniciada con la designación de los primeros miembros de la Suprema por dicho Consejo en el año 1997; nunca ha existido una verdadera voluntad política de aceptar un poder judicial independiente.
Nada ha hecho más daño a nuestro país que la impunidad, que ha permitido que la corrupción permee todos sus espacios, robando derechos y oportunidades a la población
En el año 2012 antes de dejar el poder, el presidente Leonel Fernández convocó el Consejo de la Magistratura para elegir no solo los jueces de la Suprema, sino también los del Tribunal Constitucional y Superior Electoral creados por su Constitución de 2010; selección en la que se aseguró un total control de estas Altas Cortes, a cambio de conceder algunos miembros al PRD representado por Miguel Vargas.
Hoy día, a pesar de tener Altas Cortes, Consejo Nacional de la Magistratura, Escuela de la Judicatura, Consejo del Poder Judicial, tenemos una justicia igual o más dependiente del poder político que la que teníamos antes de la reforma, puesto que ya no se trata de responder a intereses de partidos políticos sino, peor aún, de una facción política.
Para nadie puede constituir una sorpresa que en un panorama en el que existe la intención del presidente Fernández de regresar al poder, que en un juicio por corrupción contra su principal escudero no se ejerzan todas las presiones necesarias para que quien tiene su posición gracias a su elección, emita una sentencia a la medida, que por más esfuerzo en desarrollar argumentos justificativos en cientos de páginas, pasará a la historia como lo que es, una decisión política de eximir de responsabilidad a quienes las evidencias y el juicio moral de la sociedad hace tiempo declaró culpables.
Nada ha hecho más daño a nuestro país que la impunidad, que ha permitido que la corrupción permee todos sus espacios, robando derechos y oportunidades a la población, causando desgracias humanas, castrando el desarrollo y generando modelos equivocados que costará años enderezar.
En medio de la celebración de la Semana Mayor, es propicio recordar que la corrupción de Judas lo hizo cometer el mayor pecado de todos los tiempos y que la complacencia e irresponsabilidad de Pilato lo llevaron a consumar la mayor injusticia, a pesar de haber querido lavarse las manos. Ojalá que nuestro pueblo despierte y entienda que siempre existirán Judas y Pilatos, y que la única manera de poder vencerlos, es lograr desconcentrar el poder del que abusan nuestros políticos.