Durante los gobiernos del PLD este país ha retrocedido de manera espantosa en cuestiones básicas en las que descansa un orden social medianamente deseable. Sin embargo, de cara a nuestro futuro, el retroceso y tara más preocupante y peligroso acentuado por esos gobiernos lo evidencia el Informe Internacional sobre Educación Cívica y Conciencia Ciudadana realizado en 24 países, el cual sitúa la juventud dominicana entre las de más bajo nivel en cuanto a esos valores esenciales para la construcción de una nación con sentido de identidad y certidumbre. Esa circunstancia, unida al hecho de que también estamos en los últimos lugares en niveles educativos en general, plantea el tema de la actitud de nuestros jóvenes frente a la política y los políticos.
Muchos de quienes participamos en los diversos escenarios de la política de nuestro país hemos expresado preocupación sobre la limitada participación de los jóvenes en algunas actividades en las que se hacen demandas de carácter colectivo. A mí particularmente me llama la atención, por ejemplo, la limitada presencia de jóvenes en términos cuantitativos en escenarios de lucha como las marchas de Marcha Verde y en otros tendentes a organizar la articulación de las diferentes colectividades políticas para enfrentar la estructura de corrupción e impunidad montada por el PLD para perpetuarse en el poder. Esa circunstancia no puede desligarse del nivel de conciencia cívica y ciudadana de nuestros jóvenes que según el estudio arriba referido es de los más bajo del mundo.
A pesar de que no sirve de consuelo, es pertinente recordar que el fenómeno de la concepción del ejercicio de ciudadanía y de la baja participación de los jóvenes es acentuadamente despolitizada es generalizado en Occidente. Por ejemplo, en países como México y Paraguay, los jóvenes de 20/29 años se abstienen de votar en un 63/64%, en Inglaterra en un tema crucial como el Brexits la abstención de los jóvenes alcanzó un 50/64%, en la generalidad de los países la abstención no está lejos de esos porcentajes. En el mundo la tendencia es que las personas de más de 40 años votan en mayor cantidad que los menores de esa edad.
En tal sentido, esa tendencia mundial y los bajos niveles educativo y de conciencia cívica de nuestros jóvenes, podría explicar su baja tendencia hacia la participación política. A nivel mundial, los jóvenes tienden a privilegiar su participación en la esfera pública principalmente cuando se trata de cuestiones de solidaridad y demandas puntuales, como medio ambiente, derechos de minorías y, sobre todo, por temas de ingreso al mundo laboral, cuestiones a veces tangenciales en términos políticos o expresiones de deseos de integración social en un mundo en que prima la incertidumbre sobre el futuro y de desmontes de políticas sociales del capitalismo moderno, privatizando y despolitizando la política con consecuencias extremadamente peligrosa para el futuro de la democracia.
En otras mediciones, la mayoría de la población dominicana declara no oponerse a un régimen dictatorial si este le garantiza orden y seguridad económica, y parece que en esa mayoría predominan los jóvenes, algo alarmante en el contexto de un gobierno como este que corrompe todo y a casi todos. Este gobierno mantiene la población en un estado de casi plena indefensión a enteras familias que viven de los subsidios que del mismo reciben. Un joven una vez obtiene un título en los centros educativos y que busque un empleo que las más de las veces es el gobierno quien lo ofrece es fácilmente cooptado por ese gobierno. En semejante condiciones es lógico que los jóvenes tiendan a valorar más las acciones solidarias puntuales en momentos de catástrofes nacionales e internacionales que las acciones colectivas clara y decididamente políticas.
De igual manera, la facilitad de comunicación a través de la internet constituye otra forma particular de participación en los temas de solidaridad puntuales, que es una forma particular de cómo los jóvenes perciben la actividad política, que en general sólo es política de manera tangencial, como dije anteriormente. Pero eso lo hace ese grupo de jóvenes que logran conectarse con los sedimentos de lucha que dejan pasadas generaciones, el grueso se pliega, se integra y al acomodarse al sistema deja de ser joven, en la acepción que se tiene de joven. Ese joven adaptado asume como valor la seguridad individual y por eso asume la perversa idea de valorar positivamente a quien le oferta seguridad, no importa la forma del régimen que este quiera instalar.
Hay que tener cuidado, pues cuando en una sociedad se generaliza la despolitización, sobre todo en los jóvenes que son la mayoría de la población, se puede producir una forma de movilización o participación política viciosa, perversa, ajena a los valores de la democracia. Aunque sobran ejemplos que confirman este aserto, no puedo dejar de citar el de la Italia de hoy.