"Desgraciado el país que necesita héroes" (Bertolt Brecht).
La gesta de Luperón cumple 70 años. También cumplen esa edad, la propuesta novedosa de unos jóvenes contra el descaro y la traición que son un poco más viejas. Carmen Natalia Martínez Bonilla, nuestra poeta del exilio, dibuja sin desperdicios el espíritu del sacrificio de quienes se inmolaron en la gesta del 19 de junio de 1949:
“Fue la trágica fiesta del plomo y de la sangre.
Y la rubia mazorca se desgranó en silencio sobre la tierra
triste, triste hasta la desesperación y hasta la muerte.
El plomo hendió las carnes y las llenó de rosas rojas y desoladas.
Y era la carne florecida pasto de la bestia en furia.
Y era David con las manos atadas contra Goliat soberbio cabalgando
sobre un carro blindado.
Sangre de valientes. Sangre de héroes.
Sangre de Costa Rica libre de cadenas. Sangre de
Nicaragua encadenada. Sangre de Santo Domingo clavado en el martirio.”
En mi escrito de hoy, no quiero hacer referencias al relato histórico de los acontecimientos ligados al 19 de junio de 1949. Quiero más bien, desempolvar algunos valores y gestos que se entremezclan con los hechos de entonces, y que son portadores de un espíritu que debe servir como estandarte, faro de emulación a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Deben servir a nuestros niños y jóvenes, para que sepan madurar su juventud sin marchitarla, y puedan colocarse con su vida y pensamiento, al lado de la disidencia y la rebeldía como valores sagrados contra la muerte, acentuar la indignación ante la injusticia y el egoísmo que se nos sirve por doquier las 24 horas del día, y pensar en colocarse al lado de los valores morales y espirituales más elevados de la especie humana. Y valor es lo que vale. Valor es todo aquello que nos permite vivir juntos, que nos permite juntar la palabra "Nos" con la palabra "Otros", para construir con creatividad el "Nosotros", la colectividad como fruto del esfuerzo de todos.
Del grupo que llegó en el anochecer de aquel domingo, John, Habet y George, eran norteamericanos; Alfonso, era costarricense; Alejandro, Alberto y José Fèlix, eran nicaragüenses; Horacio, quien lo comandaba, Tulio Hostilio, Federico (Gugù), Josè Rolando, Miguel Angel (Miguelucho), Hugo, Salvador y Manuel, eran la contraparte de dominicanos, de una operación armada financiada por Juancito Rodriguez, hacendado vegano en el exilio. De ellos, hay algunas lecciones que debemos aprender y como PRIMERA LECCION, rescatar la solidaridad como la actitud primera que no sabe de fronteras, de quien quiere ser hombre y graduarse de hombre, como decía el Che. La solidaridad, como la única forma que tienen los pequeños para sobrevivir en el presente y en el futuro.
SEGUNDA LECCION: Los héroes de junio, nos enseñaron a elegir entre el privilegio y prestigio siendo indiferente o ser fiel a la libertad y la justicia. Vimos el ejemplo Juancito Rodriguez, un rico hacendado que sacrificó todos sus bienes y el bienestar; Gugú Henríquez, un veterano de la 2da. Guerra Mundial; Tulio H. Arvelo, quien renunció a su cargo de Vicecónsul en San Juan, Puerto Rico; Horacio Ornes y Alfonso Leiton, quienes tenían el prestigio y el privilegio de haber participado en la toma de Puerto Limón, en Costa Rica. Pudieron haber elegido entre la indiferencia, plegarse al régimen y disfrutar de él, o el exilio en bajo perfil como salidas cómodas, y sin embargo, lo arriesgaron todo convencidos que "la más larga caminata comienza con un paso" (proverbio hindú).
TERCERA LECCION: No medir el valor del sacrificio; asumir el sacrificio con todas las consecuencias cuando se trata de la Patria. Y la patria comienza cuando sentimos la imperiosa necesidad del sacrificio por el otro. Y hasta que no alcancemos a ese nivel de entendimiento, sólo existe un territorio. Patria es no dar valor a las cosas, sino a las funciones de esas cosas al servicio del hombre, de la historia, de la humanidad. Ya sabemos que “Patria es Humanidad”, decía José Martí. Ya sabemos de Hugo Kunhardt, graduado en las Universidades de Santo Domingo y Harvard en E.U; Manuel Calderón, estudiante de medicina en la Habana; Salvador Reyes, estudiante de medicina en la Universidad de Santo Domingo y México. No vamos a mencionar el sacrifico de dejar sus bienes y familias. Todos tuvieron que sacrificar amores particulares por un amor mayor, que era la patria esclava.
CUARTA LECCION: Padecer el desprecio de los amigos y familiares cercanos en primer lugar. Todos sabemos que en la Era de Trujillo, cuando alguien era vinculado con algún proceso revolucionario, la familia completa era vista como enemiga del régimen, y estaba expuesta también a correr la misma suerte: las injurias, las burlas, la represión y la espalda de familiares y amigos que evitaban hasta el saludo y las visitas. Mahatma Gandhi, nos lo recuerda con lucidez: "Mi tarea habrá terminado si logro convencer a la humanidad de que cada hombre o cada mujer, sea cual fuere su fuerza física, es el guardián de su dignidad y de su libertad. Esta protección es posible, aún cuando el mundo entero se vuelva contra aquél que es el único en resistir".
QUINTA LECCION: La resistencia, lo ha dicho Gandhi, contra todas las maldades conjugadas en un sistema. Hacer de la reciedumbre humana una virtud propia de los espíritus que luchan por un ideal noble, no negociable frente a la tentación de salidas fáciles. Lo supieron bien los cinco que sobrevivieron: Horacio, Tulio, Miguel, José Córdova y José Rolando. Pero también aquellos que fueron vendidos y traicionados en el “Frente Interno”, Fernando Suárez y a Fernando Spignolio, y los demás fusilados después de ser capturados vivos en Luperón.
Sobre estos cinco aspectos quiero llamar la atención, y antes, sobre la fecha que conmemoramos, una fecha que ha sido marginada dentro de la historiografía nacional. A veces la confunden con malsana intención con la gesta valiosa de Constanza, Maimón y Estero Hondo del 1959. Quieren hacernos olvidar que por Luperón comenzó el rebú contra el sátrapa y megalómano de Trujillo; fuimos la mecha incendiaria y el escenario privilegiado para comenzar la ruptura y la lucha armada contra la ignominia. No vamos a culpar a las autoridades nacionales de este desliz malicioso, sino a nosotros, los hombres y mujeres de aquí, que no hemos tenido el valor de arrancarle esta fecha de las manos y de sus baúles de reliquias con que he manejada la historia de este país. Volquemos las miradas sobre nuestra historia local y los valores que ella porta. Es la única forma de rescatar nuestra identidad y ser fuertes frente a los que globalizándonos pretenden anular nuestras particularidades y nuestra identidad, que son nuestro espejo y la fuente de la resistencia frente a la maldad de otros hombres y del olvido.
Está pendiente la tarea. Ahí está la historia con los valores y gestos, ya no necesitamos más héroes, ha sido suficiente. Ahora, necesitamos hombres y mujeres que asuman la responsabilidad de ser héroes cada día en todo lo que hacen, profetas del cambio y de lo nuevo, capaz de “Enséñale a tu hijo que los pioneros y los profetas, desde Jesús a Tiradentes, de Francisco de Asís a Nelson Mandela, son invariablemente tratados, por la élite de su tiempo, como subversivos, malhechores y visionarios”, (Frei Betto).
¡Loor a los héroes del 19 de junio de 1949! ¡Loor a los héroes también del 1959! ¡Loor a los héroes de todos los hechos emancipadores de los pueblos de América! ¡Un aplauso a José Rolando, Horacio, Tulio, Gugú, Alejandro, Alberto, Alfonso, Hugo, Manuel, Salvador, José Félix, Miguel, Habet, John, George, a los dos Fernando y otros.
“Mientras quede una gota de honor americano y la voz del amor
puedan decir: Hermano,
nombrad los que cayeron un día en Luperón.
Si un puñado de tierra recuerda el heroísmo y el
valor se adelanta sobre el último abismo,
nombrad los que cayeron un día en Luperón.
Mientras quede una flor, una
lágrima, un día;
mientras el hombre luche envuelto en la agonía,
nombrad los que cayeron un día en Luperón.”
(Alberto Baeza Flores, Poeta, periodista, crítico, novelista, dramaturgo, ensayista, biógrafo chileno)