La observación que hiciera el presidente Medina a la Ley evacuada por el Congreso que declara Parque Nacional a Loma Miranda, motiva insistir en los recurrente temas de las relaciones partido/gobierno en los mandatos del PLD y la lógica que orienta las relaciones Leonel/Danilo. Pero más importante que esto, permite al movimiento popular que impulsa la lucha por la preservación de ese bien de la nación, insistir en una nueva experiencia de resistencia basada en llevar a la gente a las calles, al territorio.

Como es sabido, para todo peledeísta lo primero es el partido, a este se le sirve, porque la experiencia les ha dicho que todo cuanto son hoy, en general, se lo deben al partido. En sus inicios el partido era el fetiche, ahora es la llave efectiva que abre todas las puertas. Ese es el credo, tanto de Danilo como de Leonel y por eso, a pesar de que este último ninguneó, pisoteó y zahirió a aquel, cuando ambos se batieron por la candidatura presidencial en el 2008, el primero se aviene a todo tipo de acuerdo con el segundo.

A pesar del rencor que por momentos el uno pudo sentir hacia el otro y del encono que existe entre los seguidores de ambos, los dos son siameses en sus respectivas valoraciones sobre la importancia del partido fetiche/deidad, el cual es dirigido a través de la liturgia del todopoderoso Comité Político, que en fin de cuentas es Gobierno y Congreso Nacional simultáneamente, con pretensiones de serlo también en todas altas instancias del poder judicial.

En tal sentido, si Danilo tomó la decisión que tomó fue porque así lo determinó la lógica con que se dirige ese partido: tomar in extremis algunas decisiones que demanda el país con carácter de urgencia o a veces simplemente no tomarla para mantener su unidad, a través de un catastrófico equilibrio entre sus fuerzas que no podrá ser eterno.

También, por la presión de sectores del gran capital nacional y aquellos ligados al sector financiero que sostiene las actividades de la mega minería internacional, generalmente depredadora, como lo ha sido la empresa que reclama la explotación de Loma Miranda. Su reacción tardía sobre un tema que estaba sobre el tapete desde hacía tanto tiempo, hay que enmarcarla en el contexto descrito y por la irracionalidad e ineficiencia en que discurren los gobiernos de este país.

Además de esos intereses, existe el de un sector de los trabajadores de la empresa minera y de la población de Bonao, cuyo nivel de conciencia no les permite entender que la devastación de Loma Miranda constituye es mortal para la presente y futuras generaciones de esa provincia y del país. De ahí el carácter educativo, persuasivo, pacífico y valiente de los sectores más activos y comprometidos en la lucha por la preservación de uno de los principales activos de biodiversidad de esta isla y de la región del Caribe.

Esa lucha se desarrolla dónde y cómo debe hacerse: en el territorio y las calles, cara al sol que son los espacios donde nació y se desarrolla la democracia. Mantenerla allí, constituye un acierto y un paso de avance en la  lucha contra un poder que pretende ser absoluto. Mantenerla allí, pero aislando toda forma de acciones violentas basadas en la quema de gomas, pedradas a los vehículos privados y de transporte público y otros vandalismos que tanto han contribuido a desprestigiar las luchas de los movimientos sociales y a evitar que la gente salga a las calles a protestar.

Loma Miranda es un bien que debe ser preservado y la lucha alrededor de este propósito constituye también una oportunidad para que el movimiento popular reoriente sus métodos de lucha y siendo propositivo, encuentre las bases para el diseño de un proyecto de sociedad colectivamente construido.