Cierta vez, procedentes de Arcania, planeta muy lejano, llegaron a Quisqueya unos guerreros con armas bacterianas exterminantes, para encontrarse en Santo Domingo el concierto mandibulario callejero en el que miles de quisqueyanos valiente alcemos devoran chimichurris, “epaguete”, yaniqueques, quesitos, salamis, mabí…Tras hacer una rápida inspección del organismo de estos seres, los arcanianos huyeron hacia otra ignota galaxia, convencidos de que los terrícolas, a juzgar por estos ejemplares, son indestructibles. (Y lo digo yo, que ayer consumí en Villa Mella media hora de frituras, y logré sobrevivir para escribir esta columna).