En esta tercera y última entrega de los tres artículos sobre Derechos Humanos y la seguridad, nos interesa presentar algunas de las tantas situaciones que deben contemplarse en un verdadero plan de seguridad. Nos atrevemos a afirmar que, identificando de forma adecuada las áreas problemáticas y con una verdadera voluntad de resolución el tema de la inseguridad, pueden invertirse los recursos necesarios que garanticen espacios dignos para la convivencia.

Recordemos que la Constitución dice que la principal obligación de un Estado es garantizar derechos, esa es su razón fundacional. Siempre existirá la posibilidad de que suceda un evento contrario a las leyes o violento, por eso hay un régimen de consecuencia expresado en códigos y leyes que deben aplicarse a quien transgreda, para que cumpla una pena establecida al caso y para el resarcimiento de las víctimas; ya que está evidenciado que un tratamiento adecuado de la infracción o de cualquier episodio de violencia es parte consustancial a la seguridad. Ahora bien, no solo la infracción, el delito y el crimen intervienen para que haya inseguridad; hay otros componentes que permiten la generación de esos episodios que deben ser abordados.

Existen muchos ejemplos, escogimos cuatro. Les motivo a que sigan evidenciando otros:

1: Delincuencia Común que nos azota, agota, agobia y desespera; y nos tiene viviendo en zozobra y con miedo. Que como he afirmado en otras oportunidades, nos ha robado el espacio público, nos encierra, nos tiene en un estado de pánico y que es una realidad. Podemos recordar que según estudios de la CID/Gallup realizados en el 2016, en Centroamérica y República Dominicana, nuestro país tiene el porcentaje más alto de hogares víctima de delincuencia, con un 25%, superando a Honduras, Guatemala y El Salvador.

La mayoría de los estudios que se realizan para analizar la delincuencia común y la delincuencia juvenil, señalan como aspectos determinantes del comportamiento delictivo: la existencia de una profunda exclusión y falta de oportunidad, condición laboral precaria e informal, deserción escolar, entrada y reincidencia en el sistema correccional, violencia, uso de sustancias psicoactivas, entre otros.

Por otra parte, también debe considerarse el impacto que tiene en las personas la impunidad, la corrupción generalizada, el desorden también generalizado, la negligencia en la atención de los servicios públicos y privados; y cómo todo esto opera en la siquis colectiva.

2. Feminicidios, y denuncias por violencia intrafamiliar y violencia contra la mujer. Si vemos los datos en el transcurrir de los años, nos daremos cuenta que parece que el país está en guerra contra las mujeres. Entre los años 2005 a enero del 2017 se han producido 2,259 homicidios de mujeres y feminicidios. De los cuales 1,174 son feminicidios íntimos y 1,085 homicidios de mujeres (esta clasificación, no me gusta, hay una diferencia conceptual con la Procuraduría sobre lo que es un feminicidio, será tema de otro artículo); al final siguen siendo 2,259 mujeres asesinadas principalmente por ser mujeres. A esto agréguenle las que no mueren, pero que miles y miles de denuncias dan fe de las violencias que sufren, y dígannos si no amerita mayor inversión de tiempo y recurso.

Es justo reconocer el progreso en la elaboración de normas jurídicas, estándares y políticas, pero sigue siendo insuficiente. Un problema social y cultural, debe recibir una atención de mayor presupuesto y alcance. Si a las cifras de muertes, le agregamos las de violaciones, denuncias de violencias y maltratos de género, contra la mujer e intrafamiliar, sería suficiente para darnos cuenta, que se requiere un abordaje desde la educación, la salud, el sistema de justicia, los planes contra la delincuencia, la cultura, y todas las áreas de la convivencia cotidiana.

3. Mortalidad Materna. La República Dominicana, a pesar de la amplia cobertura hospitalaria en la atención al embarazo, sigue siendo uno de los países del mundo con mayor tasa de muerte de mujeres vinculado a la maternidad. En la línea de base que presenta el Observatorio de Mortalidad Materna de INSALUD, se verifica que entre los años 2005 y 2013 en República Dominicana ocurrieron 1,689 muertes maternas, y en el informe general de salud de la OPS, se afirma que al menos el 80% de estas muertes suceden por causas prevenibles. Lo lamentable es que no parece haber cambiado mucho esa realidad; el Boletín semanal Epidemiológico No. 8, del Ministerio de Salud Pública del año 2017, informa de un acumulado de 19 muertes maternas a la semana epidemiológica 8. Y si agregamos el dato de las muertes neonatal y pos neonatal, constaremos que el registro presentado en este boletín, indica que van 355.

Hay que comprender que las inequidades de género, no enfrentadas de manera adecuada y oportuna por las políticas públicas, colocan a las mujeres en situación de inseguridad, y en mayores riesgos prevenibles.

4. Accidentes de tránsito. Una nota publicada el pasado mes por Marcos Rodríguez, en el periódico El Caribe, referenciando el informe “Indicadores de Siniestralidad Vial 2016”, dado a conocer por el Observatorio de Datos para la Seguridad, nos alerta sobre una gran desgracia: en República Dominicana, en el año 2016, hubo 17 mil 263 víctimas de accidentes de tránsito, principalmente a causa de atropellamientos y colisiones, en tránsito de motores sin casco protector, violar la luz roja y transitar con las luces apagadas; en los cuales 2,122 personas murieron. Este informe establece que, de acuerdo con la Comisión Europea de Seguridad Vial, cuando la tasa de muerte es superior a 12 muertes por 100 mil habitantes, la situación es crítica y en el país la tasa es de 43.82, o sea que casi cuadruplica esa cantidad.

En estos ejemplos se muestra como una gran cantidad de personas son impactadas todos los días por la inseguridad, y no menciono crimen organizado, robos a mano armada, muertes por violencia callejera y riñas. De forma deliberada solo escogimos delincuencia común porque fue precisamente la terrible muerte por una bala motivada por ese tipo de actos, lo que motivo estos artículos. Y otros tres ejemplos que no son abordados cuando se habla de seguridad ciudadana, con la deliberada intensión de llamar la atención sobre ellos. Recordando que el primer elemento en la solución de un problema social es conocerlo.

Debemos avanzar en la comprensión de que la seguridad ciudadana requiere un abordaje complejo, que permita comprender todas las redes que se entretejen en una sociedad. Desde la comprensión podemos trabajar para superar esa desesperación que nos confunde y nos hace creer que un Estado Social y Democrático de Derecho puede construirse con actitudes déspotas e irrespeto a la vida.

La Seguridad no puede ser un bien centrado en los Estados, con un gran peso militar y políticas represivas; debe evolucionar hacia la búsqueda de la universalización de los valores y principios contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Por esto, reitero de nuevo la solicitud a los Ministerios de Educación y Educación Superior, para que se avoquen en aplicar un gran programa de formación en Derechos que trascienda las aulas.

Un llamado a la población. Reflexionemos sobre nuestra historia personal y verificaremos que cuando más tranquilidad, libertad y felicidad tenemos, es cuando respetamos la humanidad de cada quien. De otra forma podremos tener mucho poder y hasta mucha riqueza, pero ser humano y libre trasciende lo material. Ya lo dijo Rosa Luxemburgo mucho mejor que nosotros hace muchos años, “Un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”. Busquemos la felicidad desde la visión que plantea la geopolítica, centrada en necesidades básicas satisfechas, garantía de dignidad y convivencia, seguridad y paz.