II.-De los resultados
Mes y pocos días luego de las elecciones, con los resultados ya dados toca hacer la evaluación de lugar para cerrar el tema electoral. Si la oposición quiere buscar culpables por la abrumadora victoria del PLD con un 62% en la boleta presidencial y el total control del Congreso Nacional, solo tiene que verse en el espejo.
Salimos a una guerra electoral que previsiblemente no podíamos ganar: no se empujó ni se presionó lo suficiente para obligar a que se aprobara una Ley Electoral que otorgara poderes suficientes a la Junta Central Electoral para regular el uso de fondos para la campaña, que sancionara el abuso de los recursos del Estado y que hiciera del torneo electoral uno mucho más justo y equitativo. La alianza PLD-PRD tenía mucho más recursos que el resto de los partidos juntos.
La reelección del Presidente y de una amplia cantidad de miembros del Congreso hacía la lucha todavía más desigual sin una ley que permita una fiscalización a fondo de los recursos públicos durante la campaña electoral o que obligue a los funcionarios públicos, incluido el Presidente, en caso de ser miembros de equipos de campaña o candidatos, a tomar licencia de sus funciones hasta el fin del período electoral.
Indudablemente, el pasado proceso demostró que la configuración actual del sistema electoral es una trampa para los partidos emergentes y para los alternativos. Sin embargo, al margen de los elementos sistémicos –que sólo suponen una ventaja importante; pero no determinante para los partidos tradicionales- los resultados en gran medida se debieron a los grandes desaciertos de la oposición.
El pueblo no es el culpable de los resultados electorales. La gente no es tonta, no es bruta al momento de echar el voto como se ha pretendido y muestra de eso fue el fraccionamiento que hubo de los votos en los distintos niveles
Para los que olvidan rápido: la oposición se pasó 3 años y medio atacando la figura de Leonel Fernández y no al presidente de turno, Danilo Medina. Este error garrafal contribuyó a ese 62%. La oposición le hizo el juego al sector danilista pues contribuyó al hundimiento de Leonel Fernández para esta contienda electoral y al fortalecimiento de Danilo Medina tanto en su partido como en el gobierno.
La oposición estaba tirando piedras a la luna.
La victoria arrolladora del PLD también se debe a la falta de conexión entre la oposición (toda) y la población. Ninguno hizo un discurso convincente para que la gente invirtiera su esperanza en ellos. La falta de propuestas concretas y diferentes a las del gobierno sobre temas vitales: seguridad ciudadana, vivienda, trabajo, comercio, etc., tuvo su repercusión en las urnas.
Añadido a lo anterior, quienes militamos en los partidos alternativos no pudimos forzar a nuestra dirigencia para que articularan una coalición verdaderamente progresista y enfocada en candidaturas locales específicas para ir avanzando de posición. Repetimos el mismo error histórico: los egos estúpidamente inflados y la irracionalidad se impusieron.
Y la culpa de eso es de ambas partes, no de una sola persona. También eso es parte de crecer en política: reconocer el tamaño electoral que se tiene en cada circunstancia y que las urnas finalmente validaron.
Tenemos que hacer una verdadera nueva política, conformar una amplia alianza de sectores populares y progresistas, y empezar a hablar de lo que al dominicano/a ahora mismo sí le importa y para eso tenemos que comprender las realidades sociales que vivimos y empezar a articular discursos acordes a ellas y no solo desde el sillón clasemediero.
Es vital que superemos el único discurso del honestismo: “porque soy honesto, porque soy bueno, porque soy serio, vótame”. Automáticamente eso nos excluye de las discusiones políticas ya que no escuchamos y descartamos a todos los demás sin argumentar. El pueblo no es tonto y ese discurso de purismo y anticorrupción no cala, no es suficiente para ganar las elecciones. Debemos escuchar y eso significa entrar en discusión, en el diálogo político.
El pueblo no es el culpable de los resultados electorales. La gente no es tonta, no es bruta al momento de echar el voto como se ha pretendido y muestra de eso fue el fraccionamiento que hubo de los votos en los distintos niveles. La población vota por quien mejor represente sus intereses y definitivamente la oposición no la convenció para que votaran diferente.