Somos una sociedad donde las elites nos tienen “acostumbrados” a la concepción de “ser grandes en las cosas pequeñas y muy pequeños en las cosas grandes”. Con una visión tubular del poder en la añoranza de los años 50, 60 del siglo pasado. Solo tenemos que ver la Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas: ¡Que si Primarias abiertas o cerradas! Pero, no vamos a lo fundamental: a la rendición de cuentas, al financiamiento privado, a las sanciones penales por los delitos electorales, donde solo se contempla sancionar económicamente; donde se quiere legitimar vía ley, el horrendo crimen de ODEBRECHT: que empresas multinacionales puedan aportar a los partidos y sus campañas. Con esa Ley, el costo de la política se sobredimensiona y la plutocracia se exacerba y en consecuencia, la calidad de la democracia se achica, se degrada cada día más.
Es lo que ocurre con las discusiones alrededor del Código de Trabajo y la supuesta competitividad con respecto a “los pasivos laborales”. Esa mirada de caja chica de los empresarios, con visión nocturnal sin ni siquiera velas, lo hacen perderse en el terreno real de la competitividad. No asumen el espíritu de cuerpo de la médula espinal de la falta de ella: los costos estructurales que hay en la economía dominicana, por el enorme abismo que hay entre la infraestructura económica y la superestructura, por la poca voluntad política por los que ejercen el Poder Ejecutivo para hacer avanzar la sociedad en los puntos cardinales, sabedores de que hay intereses. ¡El ritmo de la historia no se cimenta en lo meramente coyuntural, en ese síndrome permanente de miopía y astigmatismo! Nuestra sociedad ha adolecido en los últimos 22 años de Estadistas.
El hombre o mujer Estadista se concentra, enfoca los elementos nodales de la sociedad. Hace hincapié en las oportunidades. Dibuja el horizonte en los pilares del tiempo: a corto, mediano y largo plazo. No obvia lo coyuntural, pero, intuye cuando se puede convertir en un problema estructural. El Estadista toma decisiones para el conjunto de la sociedad, más allá de los intereses que existan en el proceso. No juega al recurrente suma cero de los políticos dominicanos.
Veamos algunos ejemplos de los costos estructurales, algunos coyunturales que de tanto posponerse se hicieron fundamentales, afectando a toda la sociedad:
- El Déficit cuasi fiscal del Banco Central, que en el 2003 eran de RD$55,000 mil millones de pesos, hoy andan por los RD$500,000 mil millones de pesos. Se hizo una Ley de Capitalización: 167-07. Su duración era de 10 años para ir desmontando los certificados. En esos 10 años nunca se cumplió la Ley y la sociedad ha pagado solo en intereses alrededor de más de RD$500,00 mil millones en los últimos 15 años.
- El problema del Transporte y el Monopolio de las cargas. Sabemos que en la economía dominicana las empresas grandes representan un mercado monopólico y oligopólico, donde no hay una real regulación en este tipo de mercado. Sin embargo, es burdo y grotesco lo que se da en materia del transporte de carga y la barbarie que se produce. ¡No puedes ir a retirar tus mercancías de los puertos si no es a través de un camión de un emporio “sindical” empresarial! Esto viola la Constitución en su Artículo 50, LIBERTAD DE EMPRESA, sobre todo, el numeral 1 que reza “No se permitirán monopolios, salvo en provecho del Estado. La creación y organización de esos monopolios se hará por ley. El Estado favorece y vela por la competencia libre y leal y adoptará las medidas que fueren necesarias para evitar los efectos nocivos y restrictivos del monopolio y del abuso de posición dominante, estableciendo por ley excepciones para los casos de la seguridad nacional”. El numeral 2 nos dice “El Estado podrá dictar medidas para regular la economía y promover planes nacionales de competitividad e impulsar el desarrollo integral del país”.
Dos Sentencias del Tribunal Contencioso Administrativo han emanado en contra de ese monopolio y nada ha cambiado. Los que administran el Estado no asumen “decisiones”, que es al final de cuentas una decisión, que favorece el statu quo caracterizado por el desorden.
- La problemática del Sistema eléctrico. Alcanzo ya las 6 décadas y desde entonces, oigo y sufro la calamidad del costo de la energía eléctrica, de los apagones. Otras sociedades, como Guatemala, más atrasada en términos de la economía que nosotros, lograron dar el salto hacia un sistema eléctrico más confiable, más eficiente, de mayor calidad. Pagamos electricidad un 30% por encima de los países de la Región.
- Los combustibles, representan un problema demencial para la competitividad. Actualmente, pagamos entre 21% al 30% más que el resto de los países de Centroamérica y el Caribe.
- El transporte público, un verdadero caos. Representa entre un 25% a un 30% de los sueldos y salarios de los empleados y trabajadores. Muy caro y muy ineficiente y donde no se respeta en absoluto la dignidad del ser humano.
- La delincuencia, la violencia, el crimen organizado, la seguridad ciudadana. Algo que en el año 2000 no representaba un problema social, tanto en lo que respecta a la Tasa de Homicidios como a la Tasa de Victimización, conforman un complejo fenómeno social que gravita en la vida cotidiana de los dominicanos y de las empresas. Los costos de la delincuencia repercuten en las empresas por diferentes vías: las personas con el miedo a la delincuencia salen menos. Las empresas “invierten” más en seguridad, tanto tecnológica como en el personal. Allí donde tenían 2 o 3 personas para la seguridad de la empresa, tienen 4 o 5. Eso eleva los costos totales de los productos o servicios. Si el producto o servicio se mueve en un mercado competitivo, el empresario disminuye la rentabilidad, pues si aumenta los precios pierde el mercado, lo mismo si disminuye la calidad de los mismos. Tendría que asumir esos costos extras o trasladarlos al consumidor final, que genera toda la problemática del crimen organizado, en todas sus dimensiones.
- El costo directo del Capital Institucional y lo que ello conlleva: la Efectividad Gubernamental, la Capacidad regulatoria del Estado, el Imperio de la Ley y el Control de la corrupción. El jueves 3, en la Entrevista del Grupo Corripio, los representantes de la Unión Europea señalaban los obstáculos que persisten para la inversión en R. D. Más adelante, esbozaban “La modificación unilateral de contratos por el Gobierno, la ilegalidad de títulos de tierras, la tardanza y desacato de las decisiones judiciales y los cambios aduanales, constituyen los principales obstáculos para la seguridad jurídica de la inversión extranjera”. La Justicia dominicana es lenta, tardía y costosa. Deja a los involucrados en un estado de incertidumbre, pues no se sabe cómo vienen, porque no siempre actúan con el manto de la verdadera justicia y la transparencia. En el renglón Justicia, obtuvimos una calificación de 132/137 países en el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Global. En Transparencia Internacional, en materia de corrupción, de su último Informe, sacamos 104/138. Somos el país de Centroamérica y del Caribe con el factor de percepción de la corrupción más alto para hacer negocios. ¡Y… en la IMPUNIDAD no nos gana nadie!
Necesitamos como sociedad de un gran PACTO SOCIAL INSTITUCIONAL que coadyuven con asumir los aspectos estructurales para caminar sobre rieles más firmes. Con una visión verdadera, que se grafica así “Un hombre se acercó a una obra donde tres obreros se encontraban trabajando. Preguntó a uno de ellos ¿qué está haciendo? El hombre respondió, “estoy colocando ladrillos”. Preguntó al segundo, “¿qué está haciendo? El hombre respondió, “estoy construyendo un muro”. Enseguida se encaminó hacia el tercer obrero que tarareaba una tonada mientras trabajaba, preguntándole, “¿qué está haciendo?” El hombre se enderezó sonriendo y le dijo, “estoy construyendo una catedral”.