Con el permiso de ustedes, mis lectores, me permito compartir la alegría y el orgullo que invaden mi corazón. Mi papá, Rafael Chaljub Mejía, acaba de publicar una tercera edición de su libro “Cuesta Arriba”, en el que relata algunas de sus experiencias durante el régimen político de los doce años de Balaguer.
Una tercera edición de un libro, es por sí solo un gran triunfo para un escritor; trece títulos más en su haber, un logro extraordinario; y otro libro que está trabajando, y que revelo aquí a modo de primicia y con indiscreción perdonada, hacen de mi papá un trabajador incansable, que no desfallece ni se rinde en nombre de sus ideales y sus convicciones.
Yo también celebro con él, y con ello le reconozco su grandiosa capacidad de reinventarse, que aún manteniendo su esencia y con la dignidad propia de sus años bien vividos, es capaz de adaptarse muy bien al mundo y sus cambios. A sus 79 años, papi encuentra su nombre y sus libros en Amazon, la plataforma de venta más grande del mundo.
¿Quién iba a decirle a un muchacho de un campo de Nagua, que a sus casi 80 años, iba a estar vendiendo sus libros en el internet? ¿Se imaginan? Ahí tienen ustedes una gran lección que con mi papá nos demuestra que la vida bien vivida alcanza para todo, cuando las cosas se hacen bien y se dispone de la paciencia y la confianza que tiene quien apuesta al trabajo, la disciplina y la integridad.
Una oportunidad bonita para mirarnos en el espejo de mi viejo para confirmar aquello que reza el dicho de que “nunca es tarde si la dicha es buena”. Los 79 años de mi papá, los catorce libros escritos y el mismo ánimo incansable que le adorna, son una bellísima muestra de que la disciplina y el trabajo pagan muy bien.
Hoy comparto en estas líneas esta gran satisfacción que celebramos en la familia y renuevo ante ustedes el compromiso de honrar siempre a Dulce y Rafael, que tanto han luchado y tanto han empeñado por subirnos hasta aquí. Siempre dignos, íntegros, valientes y sin doblarse, no importan las adversidades.
Me permito decir todas estas cosas bonitas de mi papá, atributos todos verdaderos, porque su virtud más linda no se lo permite y es precisamente esa virtud, la humildad, la que más grande y hermoso lo pone ante mis ojos.