“… ¿Qué le ha faltado a la verdad para quererla disfrazar?… ¿Por qué fingimos confusión hasta acabar con la razón?

En fin, no sé cómo decir, que todo ha vuelto a ser normal, solo si sé que no eres ya lo que quisiste ser…”

Silvio Rodríguez 

Hará cosa de no muchos años, que el Presidente Barack Obama, en un movimiento político muy astuto -y con el fin de hacer buena prensa a la EERR (Energías Renovables) en su país- elogiaba la buena política que, en este sentido,  desarrollaba el Reino de España. Ese elogio se le podía sumar a los pocos que fue acumulando el Presidente Rodríguez Zapatero, un Presidente que algún día la historia le reconocerá sus aportes y que no ha tenido muchos elogios.

Hoy la realidad española es otra muy distinta. En España se respiran otros aires desde hace ya algún tiempo;  tiempo en el que le ha tocado gobernar a aquellos que niegan, más con sus hechos que con sus palabras (que ya es mucho decir), la alternativa a nuevas tecnologías que pueden frenar los efectos del cambio climática; un cambio climática en el que, por cierto, no creen.

Luego de marear durante meses y meses, dando vueltas sobre un absurdo, en España entró en vigor , a finales del 2015, el llamado “Impuesto al Sol”.

Este nombre dado por los sectores afectados, a la normativa que penaliza el autoconsumo energético mediante el uso de fotovoltaica, más que un nombre con mucho ingenio es motivo de vergüenza para todos los que hemos sentido orgullo frente a una actitud constructiva, asumida por España durante muchos años de cara al fomento de las EERR.

En su día, la Unión Española Fotovoltaica, UNEF, denunció que el Real Decreto que entraba en vigor para regular el  autoconsumo,  estaba ideado para impedir el desarrollo del mismo en España, en vez de fomentar su práctica.

El Ministerio de Industria y Energía lo “vistió” como algo positivo cuando sus resultados previsibles son más que discutibles.

Esta nueva normativa, prevé un cargo extra, en términos económicos, para todos aquellos consumidores que, además de contar con el servicio de electricidad de la red (es decir, que pagan su factura eléctrica con todos sus impuestos incluidos) , tengan una instalación fotovoltaica.

Este “impuesto al sol”, que es injusto por demás, desactiva – de hecho-  cualquier iniciativa para autogenerar energía. Los autoconsumidores conectados a la red ya pagan los mismos impuestos al sistema que cualquier otro consumidor, es decir, la totalidad del término fijo, y la parte correspondiente a la demanda de energía que hagan de la red.

A nivel global se maneja el concepto de NZEB, o lo que es lo mismo el Balance Neto y que en términos prácticos consiste en ceder, a la red,  el excedente de la electricidad que se genera de manera renovable – por ejemplo, en las horas con mayor nivel de radiación solar-  y poder, a cambio, recuperar esa misma cantidad de energía cuando la instalación no genera energía, es decir en la noche o días sin sol.

Hace tiempo escuchamos un refrán muy jocoso que decía algo así como que España era el país de la pandereta. Es una pena tener que colocar en situación de ridículo al país que por muchos años ha sido el país del fomento de las renovables.

Quizás sí que hubo algo de burbuja en cuanto a EERR, pero otra cosa es destruir un modelo que claramente y no tan a largo plazo, nos beneficiaría a las mayorías más que a los dueños del gran capital.