En la presente década, en nuestro país se han producido una serie de hechos que no deben ser catalogados simplemente como absurdos, sino como signos que dan la medida de la naturaleza del inicuo sistema político que se ha instaurado y de la levedad de los cimientos que sostienen la sociedad dominicana. También expresan la profundidad de la crisis en que estamos sumergidos y la necesidad de que quienes realmente queremos superarla iniciemos un proceso unitario para construir una alternativa política desde una perspectiva de acción colectiva.
El gobierno del PLD, en un hecho insólito y difícilmente identificable en otro país, compró el partido que le fue adversario en las últimas elecciones: el entonces PRD, el cual obtuvo una mayor votación que aquel (42.13% y 37.3% respectivamente). Según diversas mediciones la intención de votos para ese partido ronda el 3/4%. No sólo lo redujo a la nada, sino que a pesar de estar condenado irremediablemente al ridículo electoral, ese partido obtiene el dinero que por ley le correspondía por su tamaño, que son unos 18 millones de pesos mensuales cuyos gastos no puede justificar.
Las graves contradicciones en que discurre la lucha inter facciones de la corporación PLD, atizonadas por los innegables actos de corrupción de las que ambas son corresponsables, son hechos que fortalecen ese optimismo de la voluntad.
Del PRD surgió el PRM. En algunos escenarios, cualquiera los dos aspirantes a la candidatura presidencial por ese partido ronda el 40% de la intención votos pero no recibirá un centavo de la JCE para su campaña electoral. La falta de los recursos que dilapida el PRD comprado se constituye en una forma de limitar los recursos de la oposición y para la corporación PLD incrementar significativamente sus recursos, los cuales ya los está utilizando a granel en su proceso interno para elegir su candidato y en la campaña reeleccionista, incrementando la inequidad en que discurrirán las próximas elecciones.
Otro ejemplo de inequidad electoral: un partido como Alianza país, con una intención de votos de más de un 11%, como media en diversos escenarios, ha sometido la documentación requerida para su legalización y a pesar de que lo hizo impecablemente hace más de un año, la JCE aún no evacua una resolución donde se le reconozca. Pero, aún obteniéndola no tendrá acceso a un solo centavo de esa institución. O sea, que dos partidos cuya intención de votos ronda el 50% están fuera de la asignación de los recursos oficiales para hacer campaña.
El partido/Estado tiene una estructura básicamente clientelar que beneficia, según cálculos conservadores, a 1, 200 000 familias; potenciales votos cautivos que paga el contribuyente. Actualmente, la mayoría de los periodistas que trabajan en los medios de comunicación de una u otra manera también están en la nómina del Estado, recibiendo un salario superior al percibido en su medio, algunos en instituciones tan importantes como la Junta Monetaria, constituyéndose en bocinas amplificadoras de la propaganda gubernamental y de sus candidatos.
Esa estructura mediática es pagada con parte de los miles de millones de pesos que saca el Estado y su partido de los bolsillos del contribuyente, narcotizando esta sociedad. Una práctica de corrupción tan deleznable como la denunciada participación de policías y militares en el 90% de los actos delincuenciales violentos, recientemente hecha por la Fiscal del Distrito,
Estas cosas nunca se habían visto, configuran una sociedad sitiada y el cuadro político más complejo y difícil que cualquier oposición haya enfrentado en el pasado. Superarlo, incluso unida toda la oposición, es en extremo difícil, aunque no imposible. Si examinamos los diferentes escenarios que se pueden presentar en el discurrir del proceso político dominicano e incluso de los factores externos que podrían incidir en el cambio de rumbo del país, podríamos concluir que aún existe una leve esperanza de frenar una estructura de poder realmente disolvente de la nación dominicana.
En tal sentido, debemos insistir en la necesidad de que, parafraseando a Antonio Gramsci aún prevaleciendo el pesimismo de la inteligencia, finalmente el optimismo de la voluntad nos conduzca hacia un proceso unitario, inteligente y generoso que pueda detener el funcionamiento y de esa estructura. Las graves contradicciones en que discurre la lucha inter facciones de la corporación PLD, atizonadas por los innegables actos de corrupción de las que ambas son corresponsables, son hechos que fortalecen ese optimismo de la voluntad.
No importa que estemos viendo lo que nunca se había visto.