Hay un viejo proverbio africano que dice: “habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegarás lejos”. Nada menos cierto. La referencia viene al caso a raíz de la reciente declaración que hicieran dos diputados acerca de que el gobierno puede “obligar” a los ciudadanos a vacunarse contra la COVID-19, pasando por alto la sutil línea divisoria entre cuidados públicos y control total mediante medidas de coerción.
Quizá sin proponérselo, estos legisladores convierten su propuesta en un entrampado llamado a aplicar “manos duras” utilizando la “ley del garrote” para lograr la vacunación masiva, olvidando, además, que la democracia tiene su “tempo” y que requiere de una inteligente parsimonia para resolver problemas delicados que, como en este caso, ponen en peligro la salud, la seguridad y el futuro de los ciudadanos.
Más que actuar con “manos duras” aplicando “la ley del garrote” para combatir la resistencia a la vacunación, resulta mucho más efectivo, decente y adecuado el educar, concienciar, persuadir, convencer y motivar. Medidas que además de generar impactos favorables y medibles ponen de manifiesto las competencias de un “gobierno inteligente”, y el presente gobierno viene dando muestras de actuar como tal.
No se recomienda obligar. En el mes de diciembre del pasado 2020 la Organización de la Salud, OMS, afirmó que la vacuna contra la COVID-19 no debe ser obligatoria, salvo en algunas situaciones como la de algunos de los trabajadores de la salud. La OMS recomienda, sin embargo, asegurarse de que las personas tengan toda la información correcta para que puedan tomar una decisión personal sobre si aplicársela.
La motivación inteligente es posible. Para el mes de marzo 2021 en Estados Unidos, más de un cuarto de la población no estaba dispuesta a vacunarse contra la COVID-19. Esta estadística es altamente preocupante, dado que muchas de las personas que manifiestan desconfianza pertenecen a las comunidades más afectadas por la pandemia.
Los Estados Unidos asumieron esta situación como un gran reto y como una necesidad urgente de salud pública, no sólo en términos de la vacuna, sino también con relación a la “comunicación empleada” para asegurar su aceptación y confianza.
Procedieron a desarrollar, refinar, y evaluar los mensajes para promover la vacunación. También revisaron los mensajes existentes desde la óptica psicológica realizando unos 15 grupos focales, tanto en inglés como en español. Se diseñó una campaña con 4 mensajes-ejes dirigidos a crear confianza entre los que se resisten a vacunarse:
- “Ayuda a quienes más quieres”. Tiene su fundamento en el deseo de las personas de proteger y apoyar a sus amigos, familiares y allegados. El mensaje deja claro que vacunarse puede ayudar a sus seres queridos sin exagerar el poder de la vacuna para reducir o eliminar la transmisión de la pandemia.
- “Aprobada por personal médico”. Se basa en la credibilidad y la autoridad del personal médico y de salud como mensajeros confiables. El mensaje deja claro que la mayoría de los médicos ha manifestado confianza utilizando ellos mismos la vacuna.
- “Regresemos a la normalidad”. Aprovecha una motivación poderosa, como es el deseo de las personas a retomar las actividades que se realizaban antes de la pandemia, logrando una “normalidad” posible para hacer la vida menos difícil.
- “Probada por miles”. Despierta confianza en el proceso de aplicación de la vacuna sin detenerse en aspectos técnicos o términos médicos. El mensaje incorpora aspectos de “normas sociales” al mostrar que millones de personas ya se han vacunado.
Para evaluar el impacto de estos mensajes se emplearon dos medidas, 1) Confianza en la vacuna mediante la evaluación de las percepciones sobre la eficacia, seguridad e importancia de la misma y, 2) La intención de vacunarse como segundo resultado.
Los cuatro mensajes aumentaron tanto la confianza en la vacuna, como la intención de vacunarse de 3 a 4 puntos porcentuales, un incremento relativo de aproximadamente de un 6%. Este aumento pone sobre la mesa que más de unos nuevos 10 millones más de personas aceptaron vacunarse en Estados Unidos.
Pese a que todos los mensajes resultaron efectivos para incrementar la confianza e intención de vacunación, hubo un mensaje que sobresale entre los demás. El mensaje de “ayuda a quienes más quieres” aumentó la intención de vacunarse en todos los grupos que presentaban mayor desconfianza para vacunarse.
Nosotros agregamos algunas estrategias para darle soporte psicológico y sociológico a una necesaria campaña en el país para promover con efectividad la confianza en la vacuna y en la decisión de aplicársela. ¡Que no nos digan que ya llevó a cabo!
- Realización de grupos focales para identificar los motivos del rechazo de la vacuna.
- Elaborar mensajes con la idea-fuerza de la “sororidad” para promover redes de apoyo entre mujeres. La sororidad es conocida como la “relación de hermandad” y “complicidad” entre las mujeres. ¡Que sean las mismas mujeres quienes motiven a las mujeres a vacunarse!
- Activación de todos los liderazgos. Que los líderes sociales, empresariales, religiosos, políticos, culturales, educativos, comunitarios; gremios profesionales; periodistas y medios motiven a sus seguidores, lectorías y audiencias a vacunarse.
- Identificación de los grupos, zonas y lugares con alta resistencia a la vacunación. Para sensibilizarlos, motivarlos, persuadirlos y educarlos para que acepten vacunarse: mercados, metro, autobuses, carros públicos, motoconcho, vías populosas y peajes.
- Lograr una mayor participación y compromiso de los gobiernos locales, estimulando las alianzas público-privadas. Unificando los criterios profesionales de la campaña.
- Conformar/capacitar un voluntariado nacional, con logística y medición de impacto precisos, para educar-motivar-persuadir en barrios, comunidades y sectores populares.
La ley de “manos duras” y “uso del garrote” saca a flote el autoritarismo. La motivación inteligente es un ejercicio de democracia. ¡La decisión es de todos!