Nueva York.-El ex presidente Leonel Fernández, como tantos otros presidentes dominicanos, cayó víctima del poder detrás del trono.

Un grupo de adulones, al nacer la  República, declaró a  Pedro Santana “General Libertador”, mientras adulones opositores declararon a Buenaventura Báez “Dictador de la República”.

Simón Bolívar era “General Libertador y Dictador de la República”, esos títulos  internacionalizaron las figuras de Santana y Báez.

Ulises Heureaux (Lilís) democratizó la adulación, creó una realeza dominicana, con “clubes exclusivos” para “gente de abolengo”.

Trujillo, el Padre de la Patria Nueva, institucionalizó la “adulonocracia representativa”, pero cuando El Jefe “se dañó”, los adulones lo mataron.

Joaquín Balaguer ni chichiguas voló, pero la Fuerza Aérea Dominicana lo declaró “Piloto Honorario”.

Los guardias decían que Antonio Guzmán era su “papá”; hasta le regalaron un caballo de “pura sangre”. Salvador Jorge Blanco fue “Padre Espiritual” de los cuarteles, donde recitaban sus “pensamientos” para “inspirar a las tropas”.

La Fuerza Aérea Dominicana erigió una estatua de Hipólito Mejía montado en Pegaso, metiéndolo en la Mitología Griega.

En la fornicaria relación entre políticos y adulones, quienes masturban el ego del político, los adulones, son el poder detrás del trono.

Nosotros elegimos los políticos, y ellos se entregan a sus adulones.

El Leonel humilde de Villa Juana se entregó al grupo que aduló y mató a Trujillo. Leonel carga sobre las solapas de sus chaquetas todas las placas de Santana, Báez, Lilís, Chapita, Balaguer, Guzmán, Jorge Blanco, Mejía y las suyas como “líder global”.

Según Fawn M. Brodie autora de sicobiografías de Thomas Jefferson y otros políticos, “una pasión por la política usualmente nace de una necesidad insaciable de poder o amistad o adulación o una combinación de todas las anteriores”.

La adulación crea una seria adicción, tras ser hiper-adulado durante 12 años en el poder, Leonel necesita rehabilitación.