La mayor parte de los legisladores nos indica que para llegar a ocupar una curul en el Congreso no es necesario pronunciar discursos, ni mostrar grandes ideas ante las masas, ni prometerle cosas a nadie, ni demostrar que se sabe a lo que se va, ni aparecer a cada rato en los medios de comunicación. Nada de eso. Sólo se necesita dinero (por lo menos diez millones de pesos, según dicen) para publicitar una sonrisa en rostro retocado y comprar votos el día de las elecciones. (Advierto que se llevará un insulto quien me diga que esos individuos, salvo algunas excepciones, representan la voluntad popular).