El Día de la Mujer es una ocasión para recordar el inconcluso recorrido de la emancipación femenina en el mundo. Con motivo de esta celebración fue lanzado el concurso Mujeres Inspiradoras, auspiciado por la Embajada de Francia, a fin de ofrecer un espacio a la mujer dominicana para que esta manifieste cuáles son sus fuentes de inspiración en este siglo XXI.

La jornada se llevó a cabo exitosamente. Se realizó una primera preselección de 175 textos sobre los más de 200 recibidos; de esos escritos se seleccionaron 75 y el jurado escogió 3 ganadoras que recibieron sus premios en la Embajada de Francia el 15 de marzo. Mi intención no es abundar sobre la calidad de los textos distinguidos por un jurado compuesto por estrellas de la literatura dominicana, sino más bien situarlos en un contexto sociocultural.

Una primera conclusión se impone: la mujer dominicana es el eje principal sobre el que descansa la permanencia de la cultura y de la cohesión social del país. Una segunda conclusión: ¡Que dura ha sido y es todavía la condición de la mujer en la República Dominicana, en su tránsito hacia la igualdad, en todas las clases sociales!

Los trabajos de las concursantes hacen un sitial abrumadoramente mayoritario, en primer lugar, a las MADRES; en segundo lugar, a otras madres, las abuelas, que una vez sus hijos criados inician otra jornada de crianza de los hijos e hijas de sus hijas, confirmando el carácter matrilocal de la sociedad dominicana y la coexistencia en nuestro país de muchos tipos de familia. Están muy presentes las familias monoparentales dirigidas por mujeres, características de las sociedades afrocaribeñas que fueron marcadas por la esclavitud indígena y africana, y la familia extensa, donde la abuela o la pareja abuela-abuelo se convierten en el eje de una familia en la que conviven varias generaciones.

Madres, madres de crianza, abuelas, vivas o difuntas, algunas arrebatadas a destiempo por la enfermedad. Sin lugar a dudas, esas son LAS heroínas y los modelos de las concursantes.

Las mujeres dominicanas que se expresaron nos hablan de una madre sacrificada, heroica, humilde, ejemplar, abnegada, virtuosa, tenaz, con profundos valores cristianos, buenas hijas de Dios y, en muchos casos, jefas de hogar. Una madre que, sin embargo, si bien en ocasiones ha logrado superarse, siempre ha luchado para que sus hijas estudien y sean profesionales, hasta en detrimento de sus propias aspiraciones.

Se siente en muchos relatos una sumisión heredada de generación en generación de madres a hijas, con la transmisión de las buenas costumbres que debe poseer una buena ama de casa armada de una fe poderosa. Las herencias culturales afloran, sin embargo, con fuerza en los textos:  los matrimonios de menores, la violencia de género, la inferioridad en el hogar, los abusos, la falta de educación formal y, por ende, la exclusión de empleos y profesiones de calidad.

En paralelo, se siente en estas madres una inmensa fuerza; son madres lobas, de acero, con un deseo de superación inagotable, una gran aptitud para el emprendimiento en todas las escalas y, sobre todo, en la mayoría de ellas, una extraordinaria capacidad de resiliencia. Cual sea el camino que hayan tomado: la abnegación, la fe, la superación económica, ellas son  mujeres solidarias y definitivamente guerreras que sirven de inspiración a las siguientes generaciones.

A principio del siglo XX, el papel de la mujer era todavía, globalmente, el de ama de casa; sin embargo, algunas mujeres empezaron a dedicarse al magisterio, y otras a la vida intelectual. Ellas se inspiraron en el pensamiento hostosiano para sembrar nuevos aires de respeto y libertad hacia las mujeres. Algunos textos de las participantes narran la importancia que ha podido y puede tener, todavía hoy en día, una maestra inspiradora, emuladora y consagrada en el desarrollo de las jóvenes dominicanas, así como la importancia de la educación.

La migración del campo a la ciudad es otro hito de los textos presentados y corresponde a la transformación del país en los últimos decenios. Este tránsito hacia lo urbano se refleja en muchos textos y nos lleva a la dominicana de hoy que es ya mayoritariamente citadina, aún si sus raíces están todavía en sus comunidades de origen.

Una vez en la ciudad, las mujeres han ido creciendo de forma rápida en todos los campos: laboral, académico, gerencial, empresarial, social y político, en los que la presencia de la mujer hoy en día es notable y valorada.

Otras fuentes de inspiración, minoritarias, han sido la tía, la suegra, una monja, la amiga, y fuera del entorno de las candidatas, mujeres de la talla de la Reina Esther; Teresa de Calcuta; Olympes de Gouges; Frida Kahlo; Zarité, heroína de la novela de Isabel Allende; Agatha Christie y, en la República Dominicana, Zenaida viuda Suncar, Sagrario Díaz, Lusitania Martínez, Julia  Castillo y Edith Febles, entre otras.

En la ultima encuesta Gallup, publicada en el diario Hoy el 22 de marzo, las mujeres aparecen como uno de los grupos más discriminados en el país, justo entre los homosexuales y transexuales y los haitianos. Es en medio de tan difícil contexto que tantas mujeres guerreras han logrado tallarse un lugar, en los más diversos campos de la vida social. Sus experiencias deben convertirse en un manto que cubra las nuevas generaciones.