Entre las muchas urgencias y asignaturas pendientes de las universidades dominicanas está el generar un espacio de reflexión profunda sobre la importancia de las Humanidades en la educación superior.
El tema llega tardíamente al mundo universitario dominicano, pese a que desde hace algunos años viene siendo ampliamente debatido en los espacios de la educación superior de Europa, Estados Unidos, Asia y algunos países de América Latina.
Cuando pareciera que las carreras humanísticas han sido relegadas debido a la sobrevaloración de las carreras STEM (Ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) por ser mejor remuneradas, están surgiendo fuertes corrientes en el ámbito de la ciencia y la tecnología que defienden que los empleados capacitados en humanidades y artes liberales agregan valor al quehacer tecnológico.
En el 2010 Steve Jobs destacó que para que la tecnología sea verdaderamente brillante debe combinarse con el arte y las humanidades: “Es en el ADN de Apple que la tecnología por sí sola no resulta suficiente. Es la tecnología casada con las artes liberales, casada con las humanidades, que produce los resultados que hacen que nuestros corazones vibren”.
En un informe reciente la Academia de las Artes las Ciencias Estados Unidos declaró: “Las humanidades nos recuerdan nuestro pasado y nos ayudan a visualizar hacia dónde nos dirigimos. Al caer hincapié en las perspectivas críticas y las respuestas imaginativas, las humanidades -que incluyen el estudio de lenguas, literatura, historia, cine, educación cívica, filosofía, religión y artes- fomentan la creatividad, la valoración de nuestras similitudes y diferencias y una amplia gama de conocimientos”.
Se observa en el mundo académico y laboral de hoy una actitud reivindicativa de las Humanidades frente las ciencias y carreras “duras”. Esto quedó de manifiesto cuando en el 2015 el Ministro de Educación de Japón pidió a más de 80 universidades nacionales cerrar las carreras de ciencias sociales y humanidades “para abrir carreras que respondan mejor a las necesidades de la sociedad”. La iniciativa no sólo recibió el rechazo de las más prestigiosas universidades japonesas, sino que el repudio a la misma se extendió a los claustros globales.
En el Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT, que aparece en todos los rankings como la mejor universidad tecnológica del mundo, se asume con tal seriedad el estudio de las Humanidades y las Ciencias Sociales que todos los estudiantes de grado destinan una parte sustancial de su tiempo a materias como la literatura, idiomas, la economía, la música, la filosofía y la historia, debiendo cursar un mínimo de ocho asignaturas de humanidades, lo que representa el 25% del total de los créditos de la carrera.
En la Universidad de Stanford, una de las mejores universidades norteamericanas, en el curso 2016-2017 se puso en marcha un nuevo programa: ‘Humanities Core’, integrado por un conjunto de cursos y seminarios destinados a poner a los estudiantes en contacto con las diversas tradiciones culturales del mundo y que incluye temáticas como Introducción a la Filosofía, Historia de las Religiones, Introducción a las Artes Visuales: Historia del Arte Occidental y otras.
En el “Memorandum de la Educación Superior” del Espacio Educativo Europeo se destaca la función de la universidad en la creación y transmisión crítica del conocimiento científico, humanístico y artístico, el cultivo de la cultura y los valores democráticos.
En el espacio educativo latinoamericano, son muchas las universidades de México, Colombia y Perú que vienen realizando programas de grado y postgrado en Humanidades y creando espacios de reflexión para estudiantes y profesores sobre la importancia de las humanidades en la formación de los ciudadanos del siglo XXI.
Lejos de alejarse de las humanidades, “la universidad del siglo XXI debe reivindicar el carácter humanista de la educación superior, en función del cual ella debe estar orientada a la formación integral de personas, ciudadanos y profesionales, capaces de abordar con responsabilidad ética, social y ambiental los múltiples retos implicados en el desarrollo endógeno y la integración de nuestros países, y participar activa, crítica y constructivamente en la sociedad”.
Las universidades dominicanas habrán de sumarse a la corriente que propugna por el rescate e inclusión de la formación humanística como una de las funciones básicas de la educación superior, en momentos en que la construcción de un mundo responsable y solidario requiere de la participación de todas las fuerzas creadoras de la humanidad y de los valores implícitos en el mismo humanismo.
En nuestro país, toca a las empresas y organismos nacionales e internacionales de financiamiento educativo y que patrocinan programas de becas, revisar su visión y sus “políticas profesionalizantes utilitaristas”, para tomar muy en cuenta las Humanidades a la hora de definir prioridades para invertir en “estudios necesarios” para el país.
Toca también al Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, MESCYT, revisar su política de becas y apoyar, auspiciar y viabilizar iniciativas de estudios de grado y de postgrado en Humanidades, a sabiendas de que una universidad que descuida las “Humanidades” es una universidad incompleta.